❝C A P Í T U L O U N O❞

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—¿TaeTae...? ¿Qué haces?. —el mencionado bajo la mirada a la prenda de ropa en sus manos, las palabras se atoraron en su garganta como un peso horrible, respiro entrecortado a la vez que apretó más la diminuta prenda.— No te lastimes así, por favor, no lo hagas. —suplico el mayor, quien no se atrevió a acercarsele sabiendo ya el estado en el que se encontraba su pareja, no podía, no después de la trágica noticia que habían recibido hace unos días.

No podían tener hijos.

HoSeok comprendió que lo mejor era dejar solo al peligris, ya suficiente tenía con verlo así de desanimado, más ahora que las únicas esperanzas que tenían se habían ido a la mierda.— Cuando quieras hablar, aquí estaré. No olvides que te amo. —le dijo en voz baja, TaeTae no respondió. Simplemente se hizo bolita en la cama y abrazo con cariño y dolor la prenda de bebé en sus brazos.

A HoSeok se le partió el alma en pedacitos al igual que a su amado, un par de años después de haberse casado, ellos intentaron tener su propia familia, no perdieron las esperanzas en ningún momento, pero conforme iban pasando los años y los resultados negativos seguían llegando, eso los hizo temer lo peor. Fue entonces que el Dios de la muerte visitó a los padres de TaeTae, les explico la situación y por más vergonzosa que sonó al principio, JungKook y TaeHyung parecieron comprenderlo y ayudarlos.

La magia, no funcionó.
Las habilidades únicas del clan Kim y Min tampoco. Nada dio resultados, nada parecía darles la respuesta a lo que estaba ocurriendo... Nada a excepción de una sola cosa que HoSeok se negaba a aceptar y todos sabían.

Hasta que Kim NamJoon, el patriarca del clan se atrevió a decirles a la cara  por más doloroso que sonara debían entender que:
TaeTae era fertil, claro que sí, lo era porque fue algo que TaeHyung su padre le dio como virtud. ¿Pero por qué no parecía quedar en cinta?.

¿Cual era el problema?.

¿A caso HoSeok?.

No, tampoco, HoSeok también era fertil, entonces, ¿Por qué?.

Las preguntas sin respuestas los tenían cansados, tanto que en un punto el intentar tener un hijo se volvió más una obligación que un anheló.

Pero, aquellas preguntas por fin tuvieron sus respuestas, una solamente que NamJoon dijo. Pero que sin duda, dejo atónitos a todos.

Kim TaeTae solo podía tener hijos... si su pareja era su alma predestinada.

Y entonces, todo cobro sentido, HoSeok no era su predestinado, por eso los resultados no eran los que esperaban, porque TaeTae solo podía tener hijos, pero con una sola persona, aquella misma que años atrás había dejado en el olvido, el chico de cabellos rojizos que no volvió a ver desde aquella fiesta de graduación.

JungKook, Min JungKook, más conocido como el alquimista carmesí.
El mismo chico que alejó de él, al cual no había visto en más de siete años.

TaeTae solo tendría hijos si el otro padre era JungKook.

HoSeok se dejó caer de golpe sobre la silla de su despacho, miro por la ventana el cielo gris del purgatorio, su mente parecía divagar en cosas sin sentido, podía escuchar los aleteos de las palomas mensajeras, también a los sirvientes de la casa moverse de un lado a otro, limpiando la impecable mansión en la cima de aquella colina, en el centro del purgatorio. Frustrado, jalo de sus blancos cabellos, desesperado por la situación, recostó su rostro entre sus manos, se quedó ido varios minutos en los que pensaba en que hacer con lo que había pasado, TaeTae no era feliz, no lo era sabiendo que nunca podría tener un hijo propio.

Y la culpa era de él, por aferrarse a Tae, queriéndolo solo para el desde un principio, no lo merecía, HoSeok no merecía estar al lado de ese niño hermoso. No después de que lo haya hecho alejarse de JungKook, HoSeok así lo sentía, él creía y una parte de él estaba seguro de que Tae se quedó con el porque llevaban varios años juntos y solo por eso.

Death and a living puppet. © |HopeV| #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora