CAPÍTULO 10

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Me preparé para escuchar sus largas uñas rasgar mi cuello. Me preparé para perder la vida a manos de ese hombre peludo. Me preparé para morir frente a la mirada de Jayden, el cual no mostró preocupación ninguno. Me preparé para dar mi último suspiro en esta tierra.

De repente, el aire comenzó a llegar a mis pulmones. Me di la vuelta para encontrarme al que iba a ser mi asesino tendido en el suelo. Donna me envolvió en sus brazos. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba llorando. Me cogió la cara entre sus manos y evaluó mi rostro.

-¿Estás bien? -rompí a llorar aún más fuerte- ¿Cómo has podido? -le preguntó a un Jayden que nos miraba sin expresión ninguna- Vamos. Te curaré -abrazada a ella, le seguí escaleras arriba rumbo a mi cuarto.

-¿Le has matado? -recordé el cuerpo inerte del que osó enfrentarse a Jayden.

-No. Sólo un golpe seco en la cabeza. Lamentablemente, eso no es suficiente para cargarse a ese hijo de puta -examinó con cuidado los dos orificios profundos en mi cuello ocasionados por las garras de ese perro.

-Gracias por salvarme -sonrió sin apartar la mirada de mi herida.

-Es profunda, pero se curará -me recosté en la cama, mentalizándome de lo que acababa de pasar.

-¿Cómo estás? -se colocó al lado mío- Anímicamente, me refiero.

-Le ha dado completamente igual -me sorbí la nariz- Estaba dispuesto a dejarme morir a manos de ese animal.

-No le des vueltas a eso. Él es así -me tendió un vaso de agua.

-Sé que no me tiene especial cariño. Pero ¿dejarme morir de esa forma? Es cruel... -apreté los ojos con fuerza para evitar derramar otra lágrima.

-No es por ti, cariño -pasó su mano por mi cabello con delicadeza- Jayden no tiene la capacidad de sentir nada por nadie.

-¿Cómo? -me erguí sobre la cama- ¿Cómo es eso posible?

-Es una historia bastante larga... -desafortunadamente, no pude saber más porque la puerta se abrió entrando el rey de Roma.

Donna se giró y abrió los ojos sorprendida al verlo justo delante de nosotras. Mientras yo no sabía cómo reaccionar.

-Sal de aquí, Donna -le ordenó sin quitar sus ojos de encima mío.

Me lancé a cogerle la mano con fuerza. Esta se levantó en contra de su voluntad, pero en parte la entendía: era imposible reprimirse a sus órdenes. Al fin y al cabo, era su alfa y tenía el instinto de obedecerle.  Gesticuló con sus labios un "lo siento" y salió de allí dejándome abandonada.

Jayden se aproximó y se sentó a escasos centímetros de mí. Mi reacción fue echarme hacia atrás, pegándome lo más que podía al cabecero de la cama. Si antes me sentía nada cómoda a su lado, menos todavía después de comprobar lo que era capaz de hacer.

-¿Qué impulso te lleva a acercarte al foco principal de una pelea entre unos seres que podrían matarte de un zarpazo? -soltó la pregunta sin ni siquiera molestarse en preguntar antes cómo me encontraba.

-Escuché ruido y quise salir de aquí. No sabía que la pelea estaba teniendo lugar en el salón -me excusé.

-La próxima vez, quédate aquí, donde debes estar -se levantó y se dirigió a la puerta.

-¿Ya está? ¿Eso es todo? -me puse de pie con los brazos cruzados. Jayden paró en seco- ¿Deja que casi me mate uno de sus chuchos peludos y ni se digna en molestarse preguntar cómo estoy?

-¿Perdona? -comenzó a andar lentamente hacia mí.

-Me ha parecido cobarde por su parte que no le plantara cara -me atreví a decir.

-¿Por qué debería haberlo hecho? -imitó mi postura y se posicionó enfrente mía- ¿Para protegerte? ¿A una humana? -una risa burlona surgió de su boca.

Ante el desprecio de su respuesta, emprendí mi marcha al baño para evitar estar en la misma estancia que ese chico. No obstante, una mano aferrada a mi brazo no me permitió seguir avanzando. Me giré para enfrentarle, pero mis agallas desaparecieron cuando sus ojos rojos me penetraron.

-Si crees que tu valentía va a salvarte... -apretó la sujeción de su mano en mi brazo- Estás muy equivocada.

-En ningún momento he pensando eso -respondí aguantándome el quejido de dolor.

-Que tampoco se te pase por la cabeza que tengo compasión, porque no es así -sus ojos volvieron a la normalidad- Y menos con los de tu especie.

Tragué saliva por lo incómodo de su escrutinio. Bajé la mirada al suelo sin poder con la presión que sus ojos ejercían en mí. Su dedo índice de colocó en mi barbilla y me obligó a mirarle de nuevo fijamente.

-¿Te has quedado sin una respuesta ingeniosa que darme? -dibujó una sonrisa burlona en su rostro.

-No. Tan sólo he decidido que no hace falta perder el tiempo con usted -en menos de dos segundos, yacía encima de la cama con él sobre mí.

-No oses a volver a llevar la última palabra. No conmigo -me revolví debajo de su duro cuerpo apretado contra el mío.

Trataba de comprobar cómo nos podíamos haber movido tan rápido que en un pestañeó había acabado de estar arrinconada contra la pared a estarlo contra la cama.

-Vale. He aprendido la lección. ¿Puede dejarme? -pasó su nariz sobre la marca de mi cuello. No sabía por qué ese gesto me ponía tan... alerta.

-Todavia no he cenado. Y tú me servirás para saciar mi hambre -sonrió mostrando sus cuatro colmillos, los cuales clavó con ferocidad encima de mí clavícula.

Grité de dolor por su roce puntiagudo sobre hueso. Mientras tanto, posó su manos sobre mis pechos y los masajeó a pesar de que una fina camiseta y el sujetador hacían de barrera. Comencé a perder las fuerzas para resistirme poco a poco.

-Deliciosa -se relamió mi sangre que yacía sobre la comisura de sus labios.

Se levantó sin más dejándome extasiada del momento tan lujurioso y doloroso de mi vida.

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⏰ Última actualización: Oct 29, 2019 ⏰

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