Mara había seguido su vida de la forma más normal posible, llevando el cuaderno a todos lados y soñando de vez en cuando con el hombre que se lo había obsequiado después de haber jugado con él.
En sus sueños, aquel hombre le advertía sobre el uso del cuaderno, y le decía que se cuidara.
Cada examen lograba quedarse el cuaderno con la excusa de hacer cálculos o cualquier cosa que le ayudara a conservarlo fuera, entonces anotaba ahí las preguntas de las que no conocía la respuesta y la obtenía. No había usado el cuaderno para algún fin malo, de hecho había estado ayudando en silencio y sin que nadie supiera a todo aquel que sentía que lo merecía.
Un ejemplo de eso era un chico con problemas de aprendizaje, esto porque podía distraerse fácilmente y era complicado volver a centrarlo. Le ayudó pidiendo que se concentrara a la hora de estudiar, entonces sus notas mejoraron y se le veía más contento y tranquilo.
Otro claro ejemplo fue una chica que no podía pagar la colegiatura y que, por un trabajo en equipo que salió mal, perdió su beca. Esa chica tenía talento y Mara lo sabía, por lo que pagó la colegiatura, con ayuda del cuaderno, claro.
Como era obvio, las preguntas sobre este no se hicieron esperar, en especial cuando se veía a Mara cuidarlo más que a nada y escribir en él pero al revisarlo no hallar nada.
Así que se repetía lo mismo todos los días y esa mañana tampoco era la excepción, siempre trataban de ver cuando escribía en él, robarlo o simplemente preguntaban constantemente que tenía de especial.
Mara se encontraba sentada en su lugar habitual con el cuaderno a su lado y un sándwich en la mano, disfrutaba tranquilamente de su desayuno cuando recordó a Lucifer, pensaba en como se le había ocurrido eso hasta que la campana sonó y la obligó a correr de vuelta a clases.
Pasó todo el día tratando de concentrarse pero simplemente no podía, era como si hubiese olvidado algo. Ignoró aquella sensación y a penas pudo abandonó las instalaciones de la escuela para volver a casa, era un día más tranquilo de lo normal ya que todos los niños por la noche salían a pedir dulces disfrazados.
El tradicional día de muertos.
Mientras caminaba a casa se sumergió en los recuerdos de su infancia, con su disfraz de diablito que no soltaba por nada del mundo, su maquillaje rojo y su bolsa para recolectar dulces. Recuerda haber disfrutado esa época como ninguna antes, y en verdad seguía siendo su festividad favorita.
Abrió la puerta de casa, saludó a su madre y subió a su habitación, pensaba pedir dulces al cuaderno pero no pudo puesto que el cuaderno no estaba. Lo buscó por toda la habitación, siempre que eso sucedía lo encontraba encima de su cama pero esta vez no estaba.
Empezó a entrar en pánico pensando en que cualquiera podría tenerlo y usarlo, hasta que recordó que nadie podría hacerlo. Respiró profundo y pensó en donde fue el último lugar que lo vio.
La escuela.
Salió corriendo escaleras abajo, casi tropezando con sus pies mismos y llamando la atención de su madre.
-¿Irás a la fiesta de disfraces? -Mara casi se golpea la frente. No podría entrar a menos que fuese disfrazada.
-Sí, justo iré a buscar un disfraz.
Su madre salió de la cocina con las manos tras la espalda y cuando estuvo frente a Mara le entregó una bolsa negra. -Me adelanté.
Abrió la bolsa con una pequeña sonrisa y encontró un disfraz de Diablo, este consistía en un conjunto rojo como la sangre, una diadema con cuernos y una especie de trinchete. -¡Es increíble!
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Juego De Deseos. |TERMINADA| ©
Gizem / Gerilim¿Qué harías si Lucifer te ofreciera cumplirte un solo deseo? Ten en cuenta que Lucifer es el rey del infierno, con el poder y la astucia de corromperlo. ¿Aceptarías? Obra registrada en safe creative con el código: 2101296759271 Queda prohibida su co...