Capítulo XVIII

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[...]

—¿Y por qué estás aquí?

—Vengo a visitar el equipo cada cierto tiempo. Al enterarme que estabas aquí, me pregunté, ¿y por qué no ir a verla? ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

Y quedó en silencio. Sinceramente, había ido hasta allí porque Christina la había invitado a volver al equipo, nunca le había dado explicación alguna al respecto. Ella solo volvió ciegamente.

—No sé— movió sus hombros algo avergonzada para ver hacia el frente —, quizás para volver a ser parte de BC Sol— comentó de la nada.

Llevaban un buen rato allí conversando. Llevaban más hablando para poniéndose al tanto en esos momentos, que en el pasado. Eso sorprendía un poco a ambos.

El sol se iba bajando lentamente, hasta convertir el cielo en color anaranjado por la llegada de los rayos a la atmósfera. Más las pocas nubes que habían, era un paisaje perfecto.

De un momento a otro, la castaña clara se incorporó para extender una de sus manos en su dirección, ofreciendo ayuda para levantarse. No lo dudo ni una sola vez el apellidado Karlisle, que ya la había tomado y dado un envión para terminar de pie. La hora de la cena ya estaba demasiado cerca.

Caminando tranquilamente, se dirigían a la cafetería, aún sin que nadie supiera que el chico de cabellera verde acababa de llegar.

_____ Umari sentía como si los viejos tiempos volvieran al presente, como si la presencia de pocas personas provocaran todo eso. Pensaba que volvía a esa temporada de su vida que había pasado allí.

Por el rabillo del ojo, observó al de lentes, percatándose que aún seguía permaneciendo con algunos rasgos del rostro, idénticos a los de ese entonces. Había crecido, sí, incluso dejándola más baja de lo que ya era a su lado.

Con gracia, volvió la vista al frente, recordando en todo lo que la había ayudado. Estaba feliz de tener una amigo como él en la actualidad, ya que presentía que algo no andaba bien en el equipo, y se lo ocultaban. Y poniéndose a razonar, Silas no era de ir muy seguido, por lo cual no debía de saber nada al respecto. Eso lo convertía en la persona más sincera por los momentos.

En menos de cinco minutos, ya habían llegado a su destino, siendo los primeros en aparecer allí. Retiraron sus cenas, Ange saludó al recién llegado, y fueron a una de las tantas mesas vacías, para sentarse enfrentados.

—Valt y Rantaro, ¿cómo han estado?— comenzó la conversación, de nuevo, el de apellido Karlisle.

—Creería que bien. No los he visto mucho desde que nos fuimos de BC Sol— informó cargando su tenedor, y con la vista perdida en lo que hacía.

—¿Por qué? Hubo... ¿alguna discusión?— algo inseguro, soltó la última pregunta y suposición que tenía.

—No, no. Para nada. Solo que con Rantaro perdimos contacto y con Valt... pues ya sabes; eso de ser el mejor blader del mundo...— se interrumpió a ella misma para no terminar la oración.

—Entiendo— asintió para comenzar a comer.

—¿Y qué has hecho todo este tiempo? Los seis años te han golpeado mal— bromeó _____, para deshacer el incómodo ambiente que se había formado.

El joven hombre alzó una de sus cejas y sin ninguna expresión en su rostro, como si le estuviera diciendo "¿en serio?". No por nada, la muchacha se largó a reír.

—Me he vuelto cada vez más fuerte. Y lo que ves, es todo práctica. Tú eres la arruinada— le devolvió la jugada, sonriendo con burla.

—¿Qué dices? Si parezco mucho menor que tú— contraatacó de inmediato.

—Tú-...— ahogó la exclamación sin saber que decir al respecto. De nuevo, ella no aguantó la risa.

Mientras toda su conversación seguía, los miembros del equipo comenzaban a llegar, llenando de a poco la cafetería. Algunos iban a saludar al de cabellera verde, para luego ir a comer. Hasta que todos ya estaban allí. Todos menos uno: el rubio. Este mismo, se encontraba en dirección a aquel salón, con una hermosa sonrisa pintada en su rostro, por pasar otra cena al lado de la muchacha.

Al abrir las puertas para pasar, su mirada se posó de inmediato en la mesa que ocupaban. Con lentitud, su mueca positiva se fue desapareciendo, hasta cambiar su semblante a enojo. ¿Por qué él estaba allí?

Primero que nada, fue a donde la chef para retirar su comida y, finalmente, ir hasta esa ubicación.

Deteniéndose a espaldas de la castaña clara, los ojos azules de Silas se posaron sobre el blader, percatándose de su presencia y el aura que desprendía.

—Tiempo, ¿no, Free?— a la pregunta con burla de su parte, _____ volteó a ver un poco sobresaltada.

—Oh, hola Free— lo saludó con una sonrisa, para volver a observar hacia el frente y seguir con la charla.

Eso lo hizo sentir peor. Necesitaba su atención.

Tomó asiento a un lado de ella, dejando la bandeja sobre la mesa y mirandolos. Reían un poco y sonreían. Su reencuentro no había sido así de animado si se ponía a pensar. Si las miradas mataran, Silas Karlisle ya estaría muerto.

No lo soporto más y decidió actuar.

Una de sus manos pasó por la cintura de la muchacha, provocando que detuviera lo que decía, sorprendida. Y la acercó a él, en un abrazo de costado. Los ojos del espectador, de inmediato fueron al de ojos marrones oscuros, con algo de molestia.

Parecía que la guerra apenas daba inicio.

¡Feliz Navidad!

Besos ♥

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