Sombras al acecho

Capítulo II

-Te tomaste tu tiempo- dice acomodando los papeles en su escritorio

-¿Para qué acelerarme? Cuando más rápido vas, más fuerte te golpeas.- digo mientras me siento -Además era la primera, no podía cometer errores.- por fin levanta la vista

-Es un buen punto. En realidad lo hiciste perfecto, no me lo esperaba.- me mira desafiante

-¿Pensabas que iba a fracasar?-pregunto burlona. No creo que sea tan idiota como para subestimarme.

-Si hubiera creído eso, no habría aceptado tu propuesta. Aunque sigo sin entender ¿Por qué viniste conmigo en primer lugar?- falsa curiosidad, patético, como si realmente no lo supiera

-Porque no necesito alguien que me cuide, necesito a alguien que quiera hacer negocios; y eras la mejor opción.- sonrío inocente -Alguien con la influencia y los fondos necesarios para poder hundir a esos buitres uno por uno. Realmente no te importa ninguno de ellos, lo único que te motiva son los beneficios, y yo voy a darte todo lo que ellos tienen.-

-Eres muy inteligente, como tu padre; pero... ¿Crees prudente decirme todo esto? Parece como si me estuvieras usando, ¿No crees que podría sacar ventaja de ti?- acota en tono lascivo ¿Cree que eso funciona?

-Eso no me preocupa, no te gusta ensuciarte las manos y sabes que no vas obtener todo lo que prometí, de otra persona. Pero nos usamos mutuamente, somos una pieza del otro; mientras no nos perjudiquemos cada uno va a poder armar su propio rompecabezas a la perfección-

Suelta una risa irónica y pregunta -¿Y ahora qué sigue? ¿La empresa?-

-Si, ya pasaron varias semanas. La policía terminó con los interrogatorios, así que ya envié el curriculum y los demás papeles.- digo agarrando mi teléfono, no van a tardar en responderme

-¿No ibas a volverlos a cambiar?- frunce el ceño

-Por ahora no, cuando estuve en la jefatura uno de los detectives hizo demasiadas preguntas para ser un caso cerrado. Duda, pero solo es instinto, no me presionó en ningún momento. Parecía que algo en su mente no cerraba.-

-¿Debo preocuparme?- pregunta calmado ¿alguna vez se ha preocupado por algo?

-Por supuesto que no, está todo controlado. Pero si se le ocurre hacer más preguntas, es mejor ser la misma persona.-

-Okey, avísame si algo pasa-

-Obviamente... Ahora, necesito ropa nueva- digo levantándome de la silla. Niega con la cabeza, divertido, busca su saco y ambos salimos del estudio.

-¿Trajes de oficina? No parece que sean lo tuyo- dice al entrar a la tienda ¿Algún día va a crecer?

-De todas formas, me quedan bien- sonrío engreída. No son de mi agrado, pero hay cosas peores.

-Ya no eres una niña- dijo mientras trataba de encontrar la talla correcta

-No podría serlo, aunque quisiera. De todas formas, nunca fui ingenua; no sabes lo he escuchado y aprendido en estos años. Fueron demasiadas cenas de la alta sociedad.-

-¿Por eso siempre entiendes a las personas?-pregunta tranquilo. Es una mejor versión de él, siempre quiere parecer detestable.

-Cuando estás rodeada de personas que tienen un abanico inmenso de máscaras e hipocresía; aprendes a distinguir entre lo verdadero y lo falso. Eso, si no estás ocupado fingiendo como los demás.- dije concentrándome en un conjunto color vino, justo de mi talla –Aunque si hay algo que nunca he entendido de ti-

-¿De verdad?- pregunta divertido- ¿Qué cosa?- ya volvió, que poco duró

-¿Por qué nunca traicionaste a mi padre?- levanto la vista en su dirección

Queda completamente quieto por algunos segundos -Nunca dejas de sorprenderme- me mira mientras deja escapar una gran sonrisa- Me salvó la vida-

-¿Tanto vale?- alza una ceja al instante- Quiero decir, estuviste muchos años a su lado, alguien con tu personalidad no suele priorizar el honor o el orgullo. Es obvio que no te gusta deberle a la gente, eres de los que saldan sus deudas lo más rápido que pueden- digo entrando al probador disponible

Se asoma por la puerta y habla un poco más bajo -Tienes razón, fue más que eso. No me salvó la vida...me enseñó a vivirla- y con un guiño salió del probador, dejándome sola.

Quien diría que este idiota inmaduro podría decir cosas inteligentes. No le importa mostrar su soberbia ni su ego, no teme ser audaz y siempre confía en sus opiniones y posturas; no le ha dado a nadie la razón (realmente) desde que lo conozco. Pero ya debería darse cuenta, de que se que hay demonios dentro de él. Las personas creen que deja ver lo peor de si mismo: que es frívolo, interesado, materialista, traicionero y soberbio; no notan que detrás de esos ojos verdes hay miles de sombras luchando por salir.

Sonrio. Tal vez tengamos algo en común después de todo.