—¿Colín? ¿Qué importa su opinión aquí?—pregunté sintiéndome totalmente perdida.
—Porque es su apartamento—me aclaró, y maldije por mis adentros la falta de información recolectada previamente.
—¿Qué? ¿Por qué no me dijiste antes?—
—Porque era 'mío' como una forma de hablar, hasta que ha vuelto de Europa. Colín ya vivía aquí previamente y yo se lo alquilé— '¿Pero qué le pasa a esta chica? Pensé. '¿Acaso no eran datos imprescindibles?
Me sentí aún más perdida de lo que me esperaba. Estaba viviendo en el piso de alguien desconocido y me creía en el pleno derecho de tener encontronazos con ese mismo, el dueño del apartamento donde me alojaba gratis.
—¿Así que el puede salir y entrar cuando quiera?—Pregunté inocentemente.
—Laia, es su apartamento. Puede hacer lo que le de la gana. Resoplé en resignación. —Te sorprenderías de saber lo que ha cambiado—me sorprendió de repente Lauren. Parecía no perder la oportunidad de hablar de Colín en todo momento. —solía ser muy divertido. Solía reírse por todo, pero cuando volvió de Europa, fue como si algo en él se apagara...en fin. Es una lástima—me relató sin descanso. Mi curiosidad crecía por momentos, y me mordí la lengua para no indagar más.
En ese momento fue cuando escuché pasos desde el pasillo. '¿Nos habrá escuchado?' Me pregunté rápidamente.
—T-tengo que colgar—dije rápidamente, y lo hice sin escuchar respuesta. Entonces me aproximé hasta el salón, donde Colín se encontraba murmurando y buscando algo con desasosiego.
—¿Pasa algo?—me atreví a preguntar.
—Tengo una reunión importante, y no encuentro mi tarjeta de crédito—me explico rápidamente, sin prestarme atención y sin dejar de buscar en cada rincón. Se veía muy estresado, casi como si la rabia se marcara en su expresión. Tenía las cejas arqueadas y la boca entreabierta. Llevaba una camisa bastante arreglada, no lo hubiera imaginado en una indumentaria así, y me permanecí inspeccionándole por unos segundos .De repente, capté algo brillante que se reflectaba con la luz de la ventana. Era la tarjeta. Iba a abrir la boca, pero me ahorré decir nada. '¿Había sido un cretino conmigo, por qué debería ser buena con él?' Pensé, y estuve observando cómo aumentaba su desesperación, además de mi mala conciencia. Justo cuando iba a indicarle el lugar de la tarjeta, esté la halló, y se giró sobre sus pies hasta mi.
—Las habías visto, ¿verdad?—No supe ordenar mis palabras. —¿Eres imbécil o algo?—dijo, con un tono despreciable.
—¿Sabes?, ni lo volvería a hacer. Además, como consejo, deberías aprender a mantener tus tarjetas en el monedero—vacilé, antes de marcharme y dejarle con la palabra en la boca. 'Este chico es un maldito idiota'
—¡Por qué no te metes en tus asuntos, Laia o como coño quiera que te llames!—le escuché gritarme desde el salón. Hice oídos sordos, lo que pareció aumentar su enfado.
Entonces noté algo vibrar en mi bolsillo izquierdo del pantalón. Se trataba de una llamada entrante de Molly, mi mejor amiga de Texas. Era duro estar lejos de ella, ya que estábamos acostumbradas a estar siempre juntas, y ahora que me había mudado, era todo mucho más difícil. La echaba de menos y solo llevaba un par de días. Casi se me revolvió algo en el estómago cuando escuché su voz, como una sensación de nostalgia.
—¡Laia!—exclamó desde la otra línea, tan ruidosa como siempre.
—¡Mol! ¡Cuánto te echo de menos!—confesé de inmediato.
—Yo también. Por eso es que te voy a proponer algo. Tengo que ir a California una temporada para pasar tiempo con mi padre. Y...podríamos tomar algo esta noche—dijo, y abrí un poco mi boca para sonreír.
—¿En serio? ¡Me encantaría!—exclamé. No me lo esperaba en absoluto, y en realidad ya necesitaba pasar tiempo con ella.
—De hecho, se de un coffee shop muy bueno allí ¡deberíamos ir!—Molly solía vivir en California. Cuando sus padres se separaron, ella decidió quedarse con su madre, por lo que se marcharon a vivir a Texas con su familia materna. Ahí fue cuando la conocí, y hasta hoy.
—Es un plan entonces—respondí. Colgué el teléfono con una gran sonrisa en mi rostro. Aunque pronto se me borró cuando me percaté de que tenía que acabar algunos emails solicitando entrevistas de trabajo. No veía el fin. Sin embargo, lo tuve, y quedé bastante satisfecha tras haberlos mandado a grandes empresas. 'Quizá tenga suerte' intenté repetirme, aunque en lo muy profundo de mi ser no tenía ninguna expectativa positiva. Al menos, sabía que no me rendiría tan fácilmente. Pasé toda la tarde buscando técnicas para clavar cualquier posible entrevista. Antes de que me diera cuenta, estaba a una hora de mi encuentro con Molly. Me puse mi mejor vestido y me alisé el pelo con algo de prisa, ya que iba tarde, como de costumbre. Molly me envió la ubicación y antes de que me diera cuenta, me había perdido buscando el maldito coffee shop. 'Ahora sí que llegaba tarde' pensé, y maldije mi torpe sentido de la orientación.
Una hora más tarde fue que pude encontrar el sitio. Miré mi teléfono. ¿Cómo es que no me había escrito Molly? Caí en la cuenta rápidamente. Literalmente, llegaba una hora y media tarde a nuestro encuentro, y nadie parecía haberse percatado. Me temí que se le hubiera olvidado, aunque no era propio de ella. Caminé hasta el interior de la cafetería algo tímida, girando mi cabeza en todas direcciones en búsqueda de mi amiga. Finalmente la había localizado y respiré aliviada. Pero no estaba sola, había un chico sentado con ella, y parecían mantener una viva conversación. Me aproximé para captar mejor detalle de la situación. Volví a cerrar los ojos varías veces cuando distinguí a Colin.
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Just ROOMMATES '
Teen FictionLaia descubre una nueva parte de sí misma cuando se arma de valentía y decide emprender su nueva vida en California, donde hace buenos amigos y ¿un compañero de piso?