La mujer y su inserción laboral.

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¿Qué es el ser humano? Esa una pregunta que muchos investigadores y filósofos se han hecho a lo largo de los siglos. Distintas corrientes han surgido según el enfoque que el sujeto le otorgaba al estudio y, así, el hombre se consagró con diversas definiciones.

Muchos intentaron señalar los existenciarios, aquellas características que son únicas y naturales a él. Algunos apuntaban a la razón como componente primordial; otros, el cuerpo y el ser social. Hoy nos interesaremos en aquel apartado que sostiene que, como esencia, el ser humano evoluciona desde su razón, tanto en aspectos sociales, políticos y económicos.

Si pensamos en el término progresar, según la RAE, este refiere a la noción de "Avanzar, mejorar, hacer adelantos en determinada materia".

Para afirmar que existe un progreso como tal, es necesario reflexionar de nuestro proceso histórico, comparando las creencias culturales y los hechos que nos llevan a concebir un avance.

Si bien existen infinidades de temas que merecen ser comparados, esta vez haremos el trayecto analítico sobre la mujer, específicamente, la mujer y el trabajo.

Podría decirse que en las últimas décadas, la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo ha aumentado considerablemente y su presencia tiende a ser cada vez más permanente, ya sea por decisión personal o como resultado de presiones económicas. Sin embargo, la inserción en el mercado de trabajo no se produce en un marco de igualdad de condiciones con los varones: las mujeres se insertan con ciertas desventajas que dificultan su acceso y permanencia.

~ Como primer punto, es necesario señalar que, debido a pautas culturales que se le asignan a roles femeninos y masculinos en la sociedad, las mujeres que trabajan o desean trabajar viven una situación de doble responsabilidad -hogar/trabajo- que les provoca una serie de conflictos, para su desarrollo personal y profesional.

Esto implica que deben realizar esfuerzos para compatibilizar las tareas domésticas con las laborales, lo cual incide negativamente en su disponibilidad para el trabajo o para la formación profesional. Por otro lado, desde la demanda, los empleadores despliegan una serie de prejuicios con relación al trabajo femenino, que obstaculizan el acceso de las mujeres a los empleos.

Esta actitud se sustenta en el supuesto impacto que sobre los costos laborales tiene la función biológica de la maternidad y el hacerse cargo de las responsabilidades familiares.

Esta situación de desventaja de la mujer frente al varón se materializa analizando algunas características del mercado de trabajo femenino:

Un mercado laboral muy segmentado horizontalmente, concentración de las mujeres en un conjunto reducido de ocupaciones que se definen como típicamente femeninas en términos culturales. Las mujeres trabajan, fundamentalmente como maestras y profesoras, enfermeras, secretarias, dactilógrafas, empleadas de oficina y vendedoras de comercio, peluqueras y afines. Las mujeres se encuentran sobre-representadas en actividades vinculadas al sector servicio de baja calificación laboral, donde el servicio doméstico ocupa un lugar preponderante. Al mismo tiempo se observa un mercado laboral muy segmentado. Hay una concentración de las mujeres en los puestos de menor jerarquía de cada ocupación, lo cual implica puestos de trabajos peor remunerados y más inestables. Brecha salarial entre varones y mujeres. El ingreso percibido por las mujeres durante su vida activa, es inferior al de los hombres. Esto se explica porque las mujeres están concentradas en los grupos de ingresos bajos y medios mientras que los varones se concentran principalmente en los grupos de ingresos medios y altos.

En base a lo expuesto anteriormente, se puede decir que los problemas que enfrentan las mujeres en cuanto al mercado laboral responden a la segmentación sexual del trabajo, y a la permanencia de patrones culturales que siguen considerando el trabajo femenino como complementario del masculino.

La mujer en el periodismo.

Ahora bien, luego del análisis anterior, es justo marcar que el campo de las comunicaciones tampoco ha sido una excepción respecto a la sexualización de las tareas, lo cual reniega a la mujer a un rol menor.

En los comienzos de esta profesión, las mujeres no tenían un reconocimiento público de su trabajo. Escribir artículos periodísticos era solo correspondiente a los hombres. Si bien muchas jóvenes lograban que sus escritos llegaran a los periódicos, estos solían ser bajo seudónimos masculinos. Avanzando en el tiempo, de poco se las fue incorporando en las columnas de los diarios y páginas menores, donde ellas se dedicaban a otorgar consejos pertinentes a las propias tareas que se esperaban de un ama de casa. Cocina, limpieza, temas amorosos eran lo que trataban las primeras damas en incorporarse a la industria comunicativa. Solo con el pasar de los años, ellas se fueron sumergiendo en la investigación y se las admitió como verdaderas periodistas a través de reportes célebres.

Tal es el caso de Elizabeth Jane Cochran, quien nos es prudente recalcar. Esta joven nació en Pensilvania el 5 de mayo de 1864 y falleció en Nueva York, el 27 de enero de 1922. Fue mayormente conocida por su seudónimo Nellie Bly, el cual utilizaba en los artículos que escribía. Era una periodista, escritora y empresaria estadounidense. Fue la primera reportera de periodismo de investigación y pionera del periodismo encubierto.

Bly pegó un primer salto al mundo periodístico en Nueva York, donde se abrió paso hasta llegar al "New York World", un periódico propiedad de Joseph Pulitzer. Cuando le preguntaron si le interesaría tratar de infiltrarse en el manicomio de la ciudad, Nellie no lo dudó. El reportaje resultante tuvo tanto éxito que ofrecieron un puesto fijo y así, el periodismo gonzo pasó a ser su seña de identidad.

Con su trabajo sensacionalista que multiplicaba las ventas de los periódicos, los reportajes de Bly no buscaban una verdad objetiva sino narrar de forma directa el testimonio de quién había estado ahí. En ellos asoman prejuicios y subjetividades que al lector de hoy pueden chocarle. Sus historias a menudo trataban de denunciar injusticias y problemas, y muchas de ellas lograron cambios legislativos y mejoras.

Nellie Bly también tenía un espíritu de aventura. En 1889 rebajó en 8 días el récord de 80 días en dar la vuelta al mundo. Este acto fue inspirado por el libro narrado por Julio Verne en su novela "La vuelta al mundo en 80 días". Luego de tal viaje, la escritora se casó. Al hacerlo, ella se apartó un tiempo de las redacciones para ponerse al frente de las empresas de metalurgia de su esposo, pero regresó de nuevo a la prensa como reportera desde el frente austriaco en la Gran Guerra, y a su regreso arrancó una serie de columnas de consejos. Murió de neumonía a los 57 años

Entre otras de sus hazañas, Elizabeth simuló ser una obrera en una fábrica de cajas para denunciar la situación en la que subsistían "los esclavos blancos". Bly rechazó quedar confinada en el llamado "gueto rosa", —los artículos sobre cocina, jardinería y moda—, conquistó a miles de lectores y demostró que el periodismo intrépido no era un coto exclusivamente masculino.

Finalizando con tal historia, podemos concluir que los avances en el campo de la inmersión del trabajo femenino son lentos, pero graduales acordes a los parámetros sociales que se van instaurando. Si bien no todo se ha resuelto y tenemos derecho a dudar sobre los modelos actuales que se pregonan sobre progreso, es justo notar que los cambios que sí se han dado. Si buscamos la fortaleza en la igualdad de oportunidades, es claro que todos los actores de la sociedad- Estado, empresa y ciudadanos- deben actuar en armonía y con una meta en común, persiguiendo el bienestar general.

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⏰ Last updated: Oct 30, 2019 ⏰

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