Apilar la Baraja con Comodines

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*Apilar la Baraja: Significa hacer trampa o arreglar algo para lograr el resultado deseado. Un ejemplo de apilar la baraja es cuando deslizas algunos ases adicionales en las cartas que repartes tú mismo.

 Un ejemplo de apilar la baraja es cuando deslizas algunos ases adicionales en las cartas que repartes tú mismo

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Era un viernes por la mañana. Shinichi estaba a punto de abrir la mandíbula como una pitón y tragarse toda la taza de café que había traído de la cafetería al otro lado de la calle cuando Satou se materializó junto al escritorio de Shinichi. Brillaba de una manera misteriosa y sádica que Shinichi de alguna manera sabía que probablemente no estaba relacionada con su reciente luna de miel y más relacionada con chantajearlo con algo. Dejó su taza de café tristemente.

—Inspector Satou— dijo con cautela. —¿Qué puedo hacer por ti?

Satou solo le sonrió. De hecho, ella permaneció allí sonriendo durante veinte segundos completos hasta que Shinichi hizo un movimiento para recoger el archivo del caso que había estado mirando. Entonces lo agarró por la muñeca –lo suficientemente fuerte como para que Shinichi jurara que podía sentir sus huesos rechinar– y arrojó una tarjeta sobre su escritorio, agresivamente, como si estuviera arrojando un guante.

Shinichi liberó su mano con cuidado –el agarre de Satou era el equivalente a una trampa para osos– antes de levantarla, todo el tiempo lanzando miradas furiosas a Satou que, con suerte, transmitían su disgusto. (Deseaba no haberla conocido desde que tenía dieciséis años, porque tal vez entonces ella al menos pretendería sentirse intimidada. Tal como estaba, ella solo le dirigió una mirada que lo hizo apresurar su atención a la tarjeta.)

La tarjeta estaba hecha de resistente cartulina blanca y ligeramente raspada por los bordes, como si hubiera sido pasada entre muchas personas. Con un tipo de letra ordenada y familiar, decía: «Mañana a las 21:00, estaré esperando a mi príncipe en la Galería de Arte Beika bajo la luz de la luna. Por favor, no me hagas esperar, mi querido detective». Había una marca Kid cuidadosamente dibujada debajo. Shinichi la dio vuelta para encontrar que la parte posterior estaba en blanco, salvo por un pequeño corazón dibujado a bolígrafo en una esquina.

Cuando Shinichi levantó la vista, Satou lo miraba con una sonrisa expectante. Shinichi se sintió repentinamente como si se hubiera perdido una señal claramente obvia. Cuanto más la miraba, más incómodo se sentía.

—Este es un aviso de atraco— dijo después de un momento, decidiendo ir con lo obvio. Satou asintió con la cabeza. Su sonrisa creció unos pocos molares. Shinichi dudó en devolverla. Frunciendo el ceño, giró la tarjeta en su mano e inclinó la cabeza hacia un lado, releyendo el texto oscuro impreso. Huh Mi príncipe. Él arqueó una ceja hacia Satou —¿Hay alguna joya en exhibición en la galería de arte que tenga que ver con príncipes?

—¿Estás bromeando?— La sonrisa de Satou se evaporó.

—¿No?

Satou lo miró por un largo y calculador segundo –Shinichi sintió que se encogía lentamente en su silla– antes de golpearlo en la parte posterior de la cabeza, lo suficientemente fuerte como para que su frente golpeara el borde de su escritorio. Shinichi sintió físicamente que perdió varios cientos de células cerebrales.

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