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Un año después—

De pie dentro de aquella ostentosa habitación de hotel, mientras arreglaba el corbatín blanco en mi cuello y miraba el elegante traje que llevaba, me pregunté cómo diablos había llegado hasta ahí. Es decir, lo sabía. Recordaba perfectamente la cena romántica, las velas, Jungkook sobre una rodilla extendiendo un brillante anillo de compromiso y me recordaba perfectamente aceptando la propuesta. Pero aún no se sentía real, quiero decir, creí que esta fecha jamás llegaría. Pero aquí estaba, escuchando a mi madre hablar sobre lo bonito que había quedado el salón y la cantidad de personas importantes que estaban llegando. Lo orgulloso que papá se veía y lo mucho que iban a hablar sobre... mi boda.

Había tratado miles de veces de convencerme que estaba bien, que no podía pasarme toda la vida esperando a Yoongi, desperdiciando los mejores años de mi vida y que Jungkook era la mejor opción. Había decidido darle una oportunidad al hombre y empecé una relación con él. Yoongi sabía sobre él, seguí visitandolo, aunque no tan constante como al principio y hablándole sobre lo que pasaba conmigo, con sus amigos, nuestro amigos. Y aunque él siempre intentaba bromear sobre Jungkook y hacer de cuenta que nada malo sucedía, podía notar la impotencia en su mirada. Aun así él seguía ahí, detrás del vidrio, diciéndome que me amaba igual o más que antes.

Yo no cambié de opinión sin embargo. No me lo permití, porque sentía que necesitaba madurar. Dejar de pensar que lo mío con Yoongi era un jodido cuento de hadas y que podía esperarlo toda una vida si eso era posible. Y aunque sentía que podía, decidí no hacerlo. Porque necesitaba darme una nueva oportunidad para vivir, necesitaba dejar de llorar por los rincones y empezar a asumir mi realidad.

Ligeros toques en la puerta me obligaron a sacudir la cabeza y alejar los pensamientos que llenaban mi mente en ese momento. Mamá se apresuró a abrir la puerta y el corazón se me aceleró al ver a la persona del otro lado.

—¿Hoseok? —mi voz fue sólo un susurro y el corazón empezó a latirme tan rápido que—aunque sabía que era mi imaginación—podía sentir mis costillas vibrar.

Mamá hizo una mueca al reconocerlo y no se movió para dejarlo entrar hasta que se lo dije. No podía explicar lo mucho que significaba el que Hoseok estuviera aquí, pero sabía que tenía que ver con Yoongi. El azabache era su mejor amigo y me reconfortaba el saber que él no me odiaba.

—Hola, niño. —saludó una vez estuvimos solos.

—¿Cómo estas? —pregunté jugando con los bordes de mi saco, pensando si era correcto correr a abrazarlo como quería hacerlo.

Hoseok sonrió como siempre lo hacía cuando hablaba conmigo, como el hermano mayor que observaba a su hermanito pequeño hacer alguna travesura.

—Todo bien, —dijo y con las manos dentro de sus bolsillos empezó a caminar alrededor de la habitación.

—¿Estás nervioso? -Negué.

—Sólo no puedo creer que esto vaya a pasar.

—¿Por qué? —preguntó sin mirarme —No te están obligando a hacerlo, ¿o sí?

—No. —susurré, sintiéndome pequeño de repente.

Hoseok no dijo nada más y caímos en un silencio un tanto incómodo. Sentí la necesidad de explicarle a Hoseok por qué estaba haciendo todo esto, de explicarle por qué había decidido alejarme de Yoongi pero no encontraba las palabras para si quiera iniciar la conversación.

—Yoongi envió algo para tí —dijo de repente, mi corazón volvió a acelerarse a la mención de su nombre.
—No lo traje porque creí que no- bueno en este día- tú día... aunque es un regalo de bodas... Su regalo para tí, uhm —divagó —Si lo quieres, puedo traerlo, lo tengo en el auto.

. ⇢ el malo ˎˊ˗ ꒰ ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora