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Jihoon guardó lo último de su ropa en la maleta, una lágrima cayó por su mejilla mientras las doblaba, sus ojos se posaron en una fotografía, una que estaba pegada justo frente a su cama, al despertar era lo primero que veía, al acostarse era lo último que veía. Era una fotografía suya junto a aquel dueño de todos sus suspiros y sonrisas, pero quien también era  ahora el motivo de la cascada que se desbrodaba desde sus ojos, no había comido nada ese día, el nudo en su garganta no dejaba que pasara ningún alimento, tampoco había parado de llorar, paseandose por la casa, esa que compartía con él...

"Perdón por rendirme... Perdón por no ser suficiente..."

Susurró con la voz quebrada a la fotografía, más para sí mismo que para aquél pelinegro. Tomó su maleta dejandose caer sobre la cama, sintiendo cómo las lágrimas volvían a caer por sus mejillas, iba a irse, iba a rendirse, estaba dejando de lado toda su esperanza de que las cosas mejoraran, de a poco estaba soltando lo último que le quedaba capáz de hacerlo aferrarse, ese amor incondicional que sentía pero no era correspondido, y tampoco bien recibido.

Miró el reloj dándose cuenta de que faltaba poco más de dos horas para que Guanlin llegara a casa, lo imaginó, llegando y quitandose la ropa inmediatamente, queriendo lanzarse a la cama y haciendo una seña para que se acercara a darle un beso de bienvenida, esa escena ahora solo era parte preciada de su memoria, pues las últimas semanas con suerte conseguía un "buenas noches" de parte del alto pelinegro, pero no podía culparlo, las personas cambian, los sentimientos cambia y el amor se acaba, o bueno, eso decían los mayores, pero Jihoon podía sentir el mismo amor grabado en cada pequeña fibra de su cuerpo, ese mismo del día en que lo conoció, ese solía ser su recuerdo favorito, su primera conversación, tan trivial, él no se imaginaba el impacto que tendría eso un año después, pero ahí estaba, desmoronandose al recordar el primer "hola" que le había dedicado. Sí, dolía, como nunca se imaginó, dolía ver como cada día se perdía un poquito del amor que el pelinegro le tenía, cómo comenzaba a ser indiferente, distante, dolía pero cuando preguntaba si algo pasaba él le decía que nada, decía "te amo más que a nada", decía "eres todo para mi", decía " jamás te dejaré de querer" pero las promesas como esa no se deben hacer a la ligera, porque cada una de ellas se sentía como una estaca en el corazón del chico rubio, su cabeza dolía, sus ojos ardían y las lágrimas no parecían querer parar.

Cada te amo, cada caricia, cada palabra dulce que había salido de los labios del menor, estaban grabadas en su alma como un tatuaje, era algo que llevaría consigo por muchos años y sin duda, iban a traerle dolor al recordarlas, pero aún así, el amor seguía intacto, seguía queriendo proteger al menor, queriendo darle palabras de ánimo cada día al levantarse, quería darle un beso de buenos días y al acostarse desearle las buenas noches y recordarle que lo ama, quería decirle a cada momento todo lo que sentía por él, aún cuando sabía que él quería ahora a alguien más...

Le había dicho que no quería lastimarlo, que estaba confundido con sus sentimientos sobre él y otra persona, había roto el corazón de Jihoon con solo esas palabras, pero su corazón roto seguía amandolo. Sentía miedo, incertidumbre, no sabía lo que pasaría, no sabía si el amor que compartían era tan fuerte como él había creido el último año, no sabía nada de aquella otra persona, quizás era un chico, más lindo, con mejor carácter, más inteligente, menos sensible, o quizás una chica, hermosa y con cuerpo esculpido, con cara de modelo, quizás Jihoon había hecho todo mal por mucho tiempo, no sabía realmente cóml todo comenzó a cambiar. Su pecho dolía y su corazón se sentía pesado, sus ojos comenzaban a cerrarse de poco por el cansancio, haciendolo caer profundamente dormido.

Guanlin llegó a casa sintiendo un vacío extraño en su pecho, el silencio de la casa le herizaba la piel, caminó hasta la habitación que compartía con el rubio, encontrandolo rendido sobre la cama abrazando la almohada, su almohada, la que siempre le decía que tenía su olor, su corazón dolió un poco e immediatamente su mente volvió a ser un lío, amaba al más bajo, estaba seguro, pero aún así estaba comfundido sobre él y otra persona ¿era eso posible? lo que Guanlin menos quería era llegar a herir a aquél chico que le había dado su todo.

forever is a blink. | panwink.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora