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Frustración.

Esa simple palabra lograba describir a detalle toda esa confrontación de emociones que sentía en ese momento, ya que era un sentimiento que insinuaba que no se podía alcanzar o llegar a lograr algo que fuera importante y por lo que te estabas esforzando, pensando en todas las posibilidades que pudiesen llegar a existir para hacer tal acto, aun así, no se podía realizar ninguna porque algo lo impedía.

Sus dientes impactaron con fuerza unos contra otros cuando apretó la mandíbula con más fuerza de la que debería, moviéndolos hacia un lado y luego hacia el otro en un sonido chirriante que era molesto para la mayoría de las personas que llegaban a escucharlo.

Aunque poco le importaba si a alguien le molestaba.

Con otra cosa en mente mucho más importante de lo que eran ellos junto con su opinión, si incomodaba o irritaba a alguien era a lo que menos le estaba prestando atención en esos momentos de crisis. Ambas palmas de la mano puestas en la superficie lisa de la tapa se unieron, cerrándolo y dejándolo sobre el plano piso sin llegar a arrojarlo con fuerza o estrellarlo, porque el libro no tenía la culpa de su situación. Todo recaía en el mismo después de todo.

Las cejas conformadas por pequeños vellos de color negro se unieron en su frente, formando ondulaciones en su entrecejo cuando las frunció, su cabeza fue hacia abajo para mirar su propio cuerpo. Sólo porque su piel parecía no tener color de lo blanca que era y que resaltaba más gracias a los mechones tan negros como el carbón con ligeras ondulaciones que llegaban debajo de su ceja sin llegar a obstruir su visión, junto con sus pequeños y almendrados ojos con iris tan oscuros que no podías diferenciarlas de la pupila, llamaba la atención. Eso no sería tan malo, si no fuera porque su vestimenta también le hacía resaltar, así que se fijó en el pantalón negro con huecos en las rodillas, la camisa con cuello en V igual del mismo color con otra encima de mangas largas azul con finas rayas blancas. Frunció aún más el ceño, recordando que también tenía en su dentadura colmillos capaces de sacar sangre de una persona y que su personalidad no era la mejor a la hora de llegar a entablar una conversación con alguien.

Por todo y gracias a eso, las personas que pasaban, notando su presencia, de forma casi automática lo catalogaban como uno de esos chicos malos. Consideraba que eso era bastante estúpido y poco lógico, ni siquiera coqueteaba o solía entablar conversaciones con ajenos a su círculo social, no trataba mal a nadie, no tenía bajas calificaciones ni se la pasaba en pandillas con gente que se dedicaba a hacer cosas inútiles. Sólo era alguien muy reservado.

Un sonido se formó en el fondo de su garganta, gruñó cuando recuerdos llegaron a su mente relacionado con una situación que empezó todo, sólo por haber dado estampado su puño en el rostro de alguien, no veía el problema porque en realidad el que terminó con la nariz y pómulos rotos de lo merecía. Cayó para atrás, su espalda tocó la pared y se deslizó hasta quedar sentado en el suelo con las piernas extendidas. Su mirada pasó a estar en el libro, que en realidad era un manga, para desviarse hacia arriba en dirección a la ventana, subió sus manos hasta que quedaron a la altura de su rostro, pasándolas por éste se arriba abajo con irritación.

—¡Bang Chan! —Aquella voz con un tinte suave y tranquilo perteneciente a Seung Min alertó sus sentidos. Su humor se estaba amargando cada vez más.

—Deberías de callarte —dijo, sin prestar atención al tono cortante de su voz—. Estás en una biblioteca.

El que era más alto alzó una de sus cejas al observarle, con sus brazos cruzados sobre el pecho. Su mirada tranquila, superior y escalofriante le hizo gruñir de nuevo. Él estaba intentando suprimirlo con su dominancia y eso causaba que quisiera quitarse levantarse para dejarlo solo. La dominancia constante de los alfas le hacía querer rodar los ojos con evidente irritación y molestia, porque eso no era de su interés.

Confesión [ChanIn/JeongChan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora