Al llegar a casa usualmente ya has llegado, y me esperas en el sofá o en el balcón. Y cuando estás enojado en la habitación, fingiendo que no me esperas para dormir. Lamento mucho cuando no te respondo al teléfono, cuando te cuelgo rápido, o cuando no llego a almorzar y entonces te enojas. Lo siento tanto aunque debo admitir que te ves adorable sentado en la cama con un libro que no lees realmente, con un intento de no ser mohín en tus labios.
Cuando no has llegado antes tú, entonces te espero yo viendo una serie en la sala de estar; en el balcón, leyendo una revista o el móvil y cuando me quiero hacer la graciosa, en el sillón con una copa de vino. Yo no tengo un lugar para esperarte cuando estoy enojada, porque entonces no te espero y me duermo, bueno me pongo el pijama y finjo estar dormida cuando entras a la habitación. Pretendo estarlo hasta que me abrazas, me acaricias despacio, y caigo.
Tú también caes, siempre.
Hay tantas distintantas veces en las que llego a casa y estás ahí, esperándome. Son tantas y son tan iguales, pero tan diferentes al mismo tiempo. Me gusta pillarte leyendo en el sofá, me gusta cuando tienes la mirada tan fija y estás tan concentrado o cuando lees el periódico con el ceño fruncido. Entonces entro y mis zapatos suenan y sabes que soy yo, terminas tu lectura; me miras hasta que llego a saludarte con un piquito porque me gusta jugar.. aunque tú eres un hombre más serio, intensificas nuestro beso hasta que sin darme cuenta ya estoy sentada en tus muslos con los ojos cerrados pasando mis dedos desde tu barbilla, por tus orejas y tu cabello, deslizando suavemente porque te gusta ese cosquilleo. Tanto como a mí me gusta que me acaricies desde las mejillas hasta la espalda, y que juntes tus manos por detrás de mi cintura pegándome a tu cuerpo.
Estar en el sofá, ciñiendo la piel del otro, besuqueándonos como adolescentes es genial porque me doy cuenta que me necesitas tanto como yo a ti, que deseas mi cuerpo tanto como yo el tuyo y más intensamente cada vez. Porque es mucho más que simple deseo carnal, son las ganas de amarnos, así, tan íntimo. Ganas de hacer el amor. Ganas de hacerte el amor.
ㅡCuidado que necesito respirarㅡ digo luego de soltar tu labio inferior.
ㅡYa sabes que me puedes robar el aire a mí todo lo que quierasㅡ y me miras con esos ojos tan negros que pueden hipnotizar a todo el mundo.
ㅡBueno, pero quisiera que mi marido siga viviendoㅡ rio, y ríes conmigo ㅡademás quiero cenarㅡ beso tu mejilla.
ㅡTambién quieroㅡ me besas desde la mejilla hasta el cuello ㅡcenarㅡ besas de nuevoㅡ, y luego ir a la camaㅡ me miras.
Ya..ㅡ quizá nunca se me quite la sensación de tímidez en estos momentos ㅡyo también quieroㅡ me remuevo para levantarme pero me abrazas y entierro la nariz en tu cuello o en tu hombro o en tu pecho, en una superficie que sea tuya, que me permita percibir ese maravilloso olor a hombre que posees, esa colonia que podría reconocer en cualquier lado porque se mezcla con tu aroma y causan juntos mi olor favorito, creando una armonía entre deseo y una cálida satisfacción, sabiéndome enamorada de ti.
ㅡNo quiero dormirㅡ susurras contra mi piel y me derrito, empezando a besar por encima de tu camisa y luego recorriendo tu epidermis con mi boca, siguiendo las lineas de tu cuello, chupando bajo de tu mandíbula y bajando mis dedos, desabrochando los botones que me cierran el paso a tu cuerpo desnudo.
ㅡSé que no quieres, yo tampoco quieroㅡ suspiras y te gusta así que empiezas colando tus dedos en mi ropa, levántandola, acariciando tan lentamente que me dan cosquillas y vuelvo a tus labios.
Nuestros besos antes de intimar son intensos, entregamos mucho más que deseo porque nos fascina, sé muy bien que podríamos solo besarnos por horas sin hacer mucho más pero esta no es la ocasión. Porque hoy quiero inmiscuisrme con tu cuerpo tanto como sea posible. Muerdo suavemente tu labio inferior sin dejar marca y nos miramos a los ojos sin parpadear hasta que vuelves a besarme dándome piquitos que se vuelven más rudos, que terminan siendo un beso que sacia mis ganas, que me pegan más a ti y tus manos quitan mi blusa dejandola en el sofá, levantándonos para ir al dormitorio recorremos el camino entre besos y roces; entonces tu camisa cae y nos reímos.
La luz del dormitorio es tenue y sin embargo puedo reconocer cada parte de ti porque he aprendido de sobra la superficie que voy a tocar, puedo deslizar mis falanges por tu cuerpo para desnudarte con los ojos cerrados y sin errar, así como tú puedes recitar cada lugar en el que tengo un lunar mientras me besas y me desvistes también. Rozándonos la piel, abrazándonos más fuerte, besándonos con más deseo, acercándonos más cada vez; siento como tu erección se pega más a mí y enredo mis piernas con las tuyas, apretando tu pelvis mientras te fundes conmigo, mientras me calientas más, mientras nos besamos más, mientras el vaivén de tu cuerpo contra el mío aunmenta en frecuencia y busquedad siendo tan placentero haciéndonos jadear, gemir y susurrar mientras me apretas los muslos, mientras entierro las yemas de mis dedos en tu espalda y cadera, mientras nuestras bocas se buscan con desesperación, ataídas como imanes, con roces torpes a veces, con movimientos toscos a veces teniendo el contacto profundo que me hace sentir completa entre tus brazos, saciando mi lívido. No llega a lograrlo porque este va en pico cuando las situaciones cambian, cuando me muevo sobre ti y no puedo resistirme a morder tu hombro en el instante en el que llego al tope, son segundos y tú te mueves un poco más, embistiendo a más velocidad cada vez, y me besas los pechos y chupas mi piel, y esta vez es más intenso porque siento como lo alcanzas también. Caes de espaldas, y caigo también.
Nos lleva un rato salir del limbo, a mí un poco más pero tus besos sobre la piel de mi cuello, que van lentos y me ponen al corriente y nos besamos más, hasta que siento el vacíoㅡ te amo ㅡyo te amo también; te amo de tantas formas, pero esta es mi favorita. Amarte desnudo. Verte y sentirte, abrazarte mientras te digo que te amo, que te amo y te amo un poquito más cada rato.
ㅡ¿Tienes hambre?ㅡ me preguntas acariciándome despacio por los costados.
ㅡTengo, síㅡ digo recostada sobre tu pecho y beso uno de tus pectorales ㅡ¿Quieres comer ya?
ㅡQuiero dormirㅡ me besas ㅡAunque soñaría contigo, así que comamosㅡ y me besas a medio labio porque sonríes ante la pillería.
Es casi siempre la misma rutina, y es todo el tiempo el mismo amor y la misma razón, una falsa rutina porque tus besos son igual y no me aburro nunca, pero cada encuentro es diferente.