Déjà Vu

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Quien está obligado a revivir su
muerte, está obligado a vivir sin vida.

-Deja .

-Deja Vù

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Corre. Corre sin mirar atrás.

El cuarto menguante de la luna sigue de cerca mis pasos apresurados y torpes. El roce de los tenis de gamuza me provoca un agudo y constante dolor en los pies, pero no tengo tiempo para distracciones. Doy un traspié y me sujeto de un poste logrando recuperar el equilibrio a tiempo. Miro hacia abajo: las agujetas están sueltas y danzantes, podrían desencadenar en un fatal desenlace. Colmillos prominentes y luego un grito asfixiado. Una catarata de sangre salpicando mi cuerpo inerte. Sacudo la cabeza al pensar en ello.

Recuesto mi torso en la pared de una casa pequeña, con ventanas de cristal que reflejan la luna plateada, y un pequeño huerto de petunias, mientras me ato las agujetas. Un segundo más tarde pierdo el equilibrio y choco con un tacho de basura que causa un estridente y metálico ruido al caer, antes de desparramarse sobre el jardín.

Detecto un movimiento a mis espaldas. Mierda. Alguien lo ha escuchado, estoy seguro. Una luz se enciende en la sala de estar de una casa próxima a mí, la silueta se acerca a la ventana. Me quedo inmóvil en mi sitio con un nudo en la garganta que me impide tragar. La persona hace a un lado las persianas y corre la ventana, de pronto una cabeza se asoma: tiene los ojos somnolientos y el rostro arrugado. Parpadea dos veces, confundido, pasa su mirada encima de mí, pero al parecer no me nota.

Estúpidos gatos del demonio maldice entre dientes antes de volver a meter la cabeza y cerrar la ventana.

Una vez que las luces en la casa se apagan, dejo salir el aire que retuve en mis pulmones todo este tiempo. Alzo la mirada, recordando el peligro que me está acechando, pisándome los talones.

Me escabullo bajo la sombra de las casas con agilidad, retomo el ritmo y corro, esta vez prestando más atención a mi entorno. Doblo en la esquina y al llegar al final del supuesto atajo, me doy cuenta que es un callejón sin salida. Rápidamente tomo otro atajo que me conduce a la calle principal New Laker Avenue. Me desplazo en forma lineal, arrastrando conmigo la pesadez de mis párpados y de cada músculo de mi cuerpo. La camiseta está goteando, la siento pegada a mi espalda. Mis piernas están entumecidas y agotadas. Cada paso que doy me provoca un lacerante dolor.

Al menos ya estoy aquí.

Los suburbios jamás habían sido mi lugar favorito. Especialmente por la densa neblina que se formaba en las mañanas y entrada la noche, invadiendo carreteras. Siempre me habían dado la sensación de vacío y un sentimiento de desesperación.

Las casas compartían casi la misma infraestructura: una casa de dos plantas, un patio trasero, y cercas rodeando su terreno. Fogbeth era un pequeño pueblo que se encontraba a las afueras de la gran ciudad Eugene. Éramos un pueblo joven con apenas un siglo de existencia.

AMBUSH [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora