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—¡Jimin, sueltame! ¿A dónde me llevas? —Pregunté en un fallido intento por liberarme de su fuerte agarre y sus apresurados pasos, llevándome casi a rastras por el pasillo.
Habían dos problemas que inundaban mi cabeza en éste punto, la mirada de los chicos cuando Jimin me llevó de la cafetería —que seguramente Jin me cuestionaría luego— y ésto.
Nunca creí que me descubriría tan pronto, supongo que no debo subestimar a alguien tan inteligente como él.
Un tirón realizado por el mayor, me sacó de mi enfrascamiento permitiéndome vernos dentro de la Sala de Música, la Sala que nunca era utilizada.
—Dime cómo lo conoces. —Pidió viéndose más preocupado que molesto.
—¿N-no estás enojado conmigo? —Pregunté un poco inquieto, no quería una relación controladora; aunque Jimin y yo no teníamos una relación "concreta".
Debería preguntárselo luego.
—Hobi, claro que no, ven —Me extendió sus brazos y acogí éstos con mi cuerpo, aceptando el cálido contacto de nuestros cálidos cuerpos—. Escucha, si no me equivoco; eres ése chico.
—¿Eh?
Mi expresión de confusión quizás no podía ser más clara.
¿A qué se refería con ése chico?
—Olvídalo. Dime cómo lo conoces, por favor.
Bajé la mirada aliviado por no obtener un sermón y a la vez incómodo por su petición; ¿Cómo decirle que era mi ex novio y que lo conocí en una visita a la cárcel?
Maldición.
—Jimin, no puedo decirte.
Uno de sus brazos subió hacia mi cabeza y la acarició suavemente transmitiéndome seguridad.
Levanté la cabeza e hice contacto visual con sus preciosos ojos, sintiéndome la persona más protegida en éste momento tan incómodo para mí.
—Hobi, recuerda que puedes confiar en mí, puedes apoyarte en mí, puedes estar a salvo conmigo; sólo si tú lo quieres. Si no puedes decírmelo, entonces dime si se han visto antes. —Pidió siendo lo más delicado posible con cada una de sus palabras.
Él merece saberlo, él no es un extraño, tampoco puedo mentirle; ésto se trata de confianza y estoy fallando completamente en ése punto.
—A-ayer.
—¿Ayer? ¿Se han visto ayer? Hoseok.
—Hoseok.
Vacilé un poco hacia su llamado por mi nombre completo y dirigí la vista nuevamente hacia él sin saber en qué momento la aparté.
—No sucedió nada malo, no te preocupes. Él es —Abrí la boca y volví a cerrarla sintiendo un escalofrío recorrer toda mi espina dorsal— un viejo amigo. Nos vimos por que él necesitaba devolverme mi mochila. —Mi boca y mi estómago se sentían ácidos, sabía lo mal que estaba actuando por no decir la verdad.
