El dolor de tu ausencia desgasta mi alma, la carcome. Te perdí entre la niebla. Ciega estoy, ciega seguiré. Te llevaste mis ojos, los arrancaste y dejaste vacia mi mirada. Los recuerdos hieren mi memoria, repleta de aromas, sonidos y sensaciones, aferradas a mi profundidad cual núcleo del universo. Atraen todo hacia allí. Capas de firmamento enraizando árboles que no alcanzarán su altura. Suspendidos en el tiempo se encuentran a medio florecer. Mi cuerpo acompaña esa pausa eterna. Mas la vida transcurre atraves de él. Se deteriora cada segundo, cada minuto como debería. La sangre se estanca. La nieve abraza mis cabellos. Mis labios se vuelven ásperos y mis manos hojas secas de ochenta otoños. Así yo muero. Desaparezco físicamente. Pero se queda tu recuerdo enhebrando mi alma. Pausada en el tiempo del mundo que sigue girando.