Prólogo

7 2 0
                                    

Que te rompan el corazón es una de la sensaciones más horribles que podrías llegar a experimentar, porque esa opresión en el pecho que no te deja respirar o esa sensación de que pudiste dar más en esa relación nadie te la puede quitar.

La castaña lo estaba experimentando por primera vez, porque ella nunca fue de creer el amor o en el típico Príncipe azul que toda chica quiere tener, hasta que llegó el, mucho menos espero enamorarse y que le terminarán partiendo el corazón.

Pero... ¿No se supone que las historias románticas tienen finales felices?

Ella no esperaba que su historia de amor fuera como el de los cuentos que le contaba su madre cuando era pequeña, tampoco esperaba un corazón roto, ni mucho menos esperaba que doliera tanto.

La de ojos grises pensó que podría por fin entender la felicidad que experimentan las personas cuando están enamoradas, pero aparecer ella no podría.

Porque no te dicen como tu corazón se va a destrozar para luego tener que recoger lo pequeños pedazos que se cayeron.

Había estado llorando desde que llegó, sentía que se iba a quedar sin lágrimas; la castaña golpeaba su cabeza contra el volante mientras se repetía una y otra vez que era su culpa y que era una estúpida por haber confiado en el.

Apretó el volante con toda su fuerza hasta dejar sus nudillos blancos, soltó un suspiro tratando de calmarse y dejar de llorar; sabía que él no merecía sus lágrimas, pero aún así estaba ahí llorando como una tonta, malgastando sus lágrimas y lastimado su orgullo.

Sin cuidado alguno secó sus lágrimas con la manga de su suéter, agarró sus cosas y salió del auto hacia la puerta de la casa que compartía con sus amigas.

Algunas de sus compañeras de casa estaban en la sala viendo alguna serie, pero no les dio mucha importancia, no tenía ganas de hablar con alguna de ellas, y siguió de largo, subió las escaleras a segundo piso dirigiéndose a la habitación que compartía con su mejor amiga, una chica muy dulce y tierna de ojos verdes y cabello azabache.

Entró a la habitación y cerró la puerta lentamente dándose cuenta de que su amiga estaba sentada sobre su cama con los audífonos puestos; soltó un largo suspiro dirigiéndose a la cama de la pelinegra, tomo asiento al lado de ella llamando su atención haciendo que se quitará uno de los audífonos.

-¿Que te paso?- pregunto preocupada al ver a su mejor amiga en ese estado, con los ojos rojos e hinchados y con rastros de lágrimas en sus cachetes.

- No me pasa nada- desvío la mirada hacia otro punto de la habitación

-No me mientas-trato de buscar su mirada- sabes que no es verdad

-Ya te dije que no me pasa nada

-Se que te pasa algo, te conozco demasiado bien.

-Deja de insistir, no me pasa nada, estoy perfectamente bien- dijo bastante irritada.

-Tiene que ver con el verdad- se cruzó de brazos.

- No quiero hablar de eso

-Entonces si tiene que ver con el

-Si, si tiene que ver con el, pero lo que te tengo decir es más importante.

-¿Qué podría ser más importante?

-Muchas cosas son más importantes, pero ese no es el punto. Lo que te voy a decir te involucra tanto a ti como a mi y puede afectarnos a todas...

Sweet RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora