Crónicas de alguien como tú

El bien y el mal

Pasamos la vida queriendo compensar los malos hábitos, los horribles pensamientos que cruzan nuestra mente en situaciones cotidianas y queriendo demostrar que somos merecedores de lo bueno que puede ofrecer la vida.
No sé si exista alguien encargado de castigar cuando no se hace lo correcto o lo incorrecto, pero por lo qué la vida me ha enseñado a mi corta edad, siempre he creído en ese famoso karma que permite en algún momento lejano recibir un poco, mucho o en ocasiones nulo de lo que das a los demás, porque no pretendo fingir, a veces la vida puede parecer ante nuestros ojos demasiado injusta.
¿Quien puede predeterminar lo que es justo o no? Porque no solo hacer lo que sale del corazón, ya sea malo o bueno, vivir a nuestro criterio o lo que dicta la circunstancia. Ya que la vida suele ser medida en un tiempo que varía según el momento, es personalizada, pues puede ser corta o Infinita, plena o vacía, abundante y en ocaciones escasa de recursos sin hablar de lo material.
Nos empeñamos tanto en tener de todo, aparentar, demostrar algo que en el fondo sabemos que no tenemos; ¿Cuando se volvió la vida una cuestión material?, ¿Cuando se enfrascó lo hermoso de la cotidianidad en un celular? Y no pretendo ser profeta de algo que no practico, pero me esmero en creer que la hermosura de lo que nos rodea son los pequeños detalles que nunca logramos observar por estar empeñados en pretender aquello que es bueno, cuando lo bueno y malo va más allá de un escrito imaginario que nos ha dictado la sociedad.
Haz lo que te gusta, trabaja por tus metas, disfruta tu entorno, demuestra el amor por los que te rodean y se tu mismo, solo en ese momento la vida ya sea corta o larga en cada caso no importará, pues será para ti larga, plena y abundante, y solo en ese momento no tendrás que fijarte en el bien y el mal, porque cuando alguien trabaja en sí mismo transmite a los demás lo bueno que puede ofrecer.