¿Qué es esto que siento? ¿Vergüenza? ¿Enojo? ¿O simplemente decepción? Quizás sean todas.
¿Por qué me hiciste esto? ¡Yo confíe en ti, por el amor de Dios! Esa pregunta se repetía una y otra vez en mi cabeza, y yo, sigo sin tener respuesta alguna.
¿A...
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¡Primer día de clases!
Díganme ¿A quién carajos le gusta ir a estudiar?
Porque levantarme temprano para mí es tan fastidioso. Ya que si no lo hago tendré que apresurarme ha hacer aquella monótona rutina, si vas aún más tarde inventar alguna excusa como "mi loro no me despertó" u otro parecido.
Hay personas que deberían de pagarles por poner excusas a TODO lo que hacen. Con todo ese dinero podría gastar en lo que quisiera cuando quiera.
Sin embargo, mi caso es un tanto especial. Solo pongo excusas para una sola cosa.
Declararme.
Sí, lo sé pensarán que soy un maldito cobarde, pero ¡Pónganse en mis zapatos! ¿Acaso alguno de ustedes se le ha declarado al chico o chica que les gusta? A la mayoría nos da miedo y más si eres de esas personas que en la escuela no dice ni una maldita palabra, pero fuera de ella habla como perico.
¿Qué debería de hacer?
Me pongo a meditar un rato y de repente, la puerta de mi habitación se abre de golpe dando paso a la silueta de mi hermano mayor, NamJoon.
— ¡Buenos días, hermanito! — chilla con euforia, algo a lo que ya estoy acostumbrado, pero sigue irritándome.
— ¿Qué tiene de buenos días, Nam? — pregunto mientras mi cabeza está tapada por mi olorosa almohada a saliva. Me pongo más amargado de lo normal al despertar en las mañanas... Al despertar en la sala, al despertar de la aburrida clase de biología; sí, todo el tiempo me encuentro amargado.
— ¿¡Que qué tiene de buenos días!? ¿¡No te has dado cuenta que hoy es tu primer día de clase!? ¿¡Acaso no quieres ver a tus compañeros, a tus amistades, a tus profesores!?
— ¿Si te digo que no... Me dejarías en paz?
— ¿y... no quieres ver al chiquillo de pies flacos? ¿Cómo era que se llamaba? ¿Kim JungMin? — decía inquisitivo, poniendo una mano en su barbilla tratando de recordar aquel nombre.
— Min YoonGi — mi cara seguramente parece un tomate recién cosechado.
— Sí, Min Jungki
— ¡YoonGi!
— ¡Lo qué sea, sólo levántate!
— como si me importara — susurré
— ¡Así se habla, ese es el espíritu, hermanito! Mueve tu trasero flojo que se te hará tarde y seguramente no querrás correr.
Y habiendo dicho eso, se fue de mi habitación, dejándome demasiado reflexivo sobre el por qué mi almohada aún no está limpia... Sin olor a mi saliva.
