1. Prólogo.

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La fiesta de fin de año había comenzado, mi humor como siempre estaba por los suelos a pesar de que Emma había estado toda la tarde intentando levantarme el ánimo. Incluso me prestó uno de sus vestidos preferido, era rojo con la espalda completamente descubierta, este hacia un gran contraste con mi piel creando la impresión de que era aun más pálida si es que eso era posible. Mi pelo estaba suelto, ya que no accedí a que mi amiga me hiciera uno de sus incómodos peinados, todo esto junto a unos tacones negros de infarto que estaban matando a mis pies lentamente. 

Más de la mitad de las personas que estaban en la fiesta, estaban ya borrachas. Odiaba estar aquí, me gustaba más la soledad de mi habitación, raramente soportaba a alguien que no fueran Emma y Gael y muy raramente cualquier persona a excepción de ellos me soportaba. Eso por no añadir, que los chicos que me habían tirado los tejos esta noche eran los mismos que me insultaban en la escuela y los mismos con los que no dude un segundo en mandarlos a pasear.

La gente estaba en la pista de baile, moviéndose como si estuvieran todos locos, nunca me gustó bailar de esta forma, me parecía patética además de una forma desesperada de encontrar a alguien con quien subir a la segunda planta antes de que acabara la fiesta. Yo estaba realmente incómoda, así que decidí salir un poco a tomar el aire, antes de que comenzara la cuenta atrás para el final de año. Pero claro, la buena suerte siempre me acompaña y justo cuando iba a cruzar la puerta, me encontré con mi amiga, ella iba vestida con un vestido amarillo que resaltaba su moreno, sus tacones del mismo color que el vestido, junto con un escote que dejaba poco a la imaginación. A ella siempre le gustó llamar la atención.

- ¡ABIE!- Me gritó, arrastrando las palabras, sabía que tendría que cuidar de ella más tarde- ¡¿ESCUCHAS ESA CANCIÓN?! ES MI CANCIÓN, VAYAMOS A BAILAR.

- Em, sabes que no me gusta bailar- Intenté excusarme, pero me arrastró hacia la pista de baile. - De acuerdo, pero no bebas más.

-AGUAFIESTAS, pareces mi madre Abie.

- No quiero tener que cuidar de ti toda la noche.

-Está bien mama-Odiaba cuando me llamaba mama solo por preocuparme por ella- Ahora mueve ese culo.

Comenzamos a movernos al ritmo de la música, sabíamos como movernos, es decir, sé cómo moverme es solo que me hace sentir incómoda bailar de esta forma, donde el espacio personal es prácticamente inexistente. Cuando la canción estaba a punto de acabar y yo de poder recoger la poca dignidad que me quedara después de esto, sentí unas manos rodearme las cintura y como mi espalda tocó un pecho caliente. Lo reconocí al instante, Gael. 

Amaba a Gael, lo amaba como amigo, todo el mundo sabe que él siempre quiso que fueramos algo más que buenos amigos. Pero solo era capaz de verlo como a un hermano, había intentado no hacerlo varias veces y no habían acabado nada bien. Me giró lentamente hasta que quedamos frente con frente.

-Toda la vida conociéndonos y nunca supe que eras capaz de moverte de esa manera- Me reí, siempre reía cuando estaba con Gael.- Creo que me debes muchos bailes- Eso me hizo reír aun más.

Cinco bailes después y sí, ¡cinco bailes!, todo el mundo se reunió en el salón, comenzaba la cuenta atrás.

-¡TRES!

-¡DOS!

-¡UNO!

-¡CHICOS MIREN ESO!- Un chico de mi clase, grito con los ojos completamente abiertos señalando a la puerta.

No me alarmé mucho, ya que estaba borracho y podría haber gritado aquello por cualquier tontería, pero seguí a Emma y a Gael hasta la puerta del jardín. Mis ojos no podían creer lo que veían, al menos diez... ¿dragones? aun me costaba asimilarlo, estaban posicionados alrededor de la calle, esto no podía ser cierto. Pero estaba completamente segura de que lo que mis ojos estaban viendo eran dragones, que se veían hermosos y amenazadores a la vez. No fue hasta que todos estábamos fueras, completamente asustados, que me fije en el chico de no más de diecinueve años que estaba en el centro. ¿No tenía miedo?, parecía que no, ya que este sonrió, su mirada se posó en mi. Me guiñó un ojo, ¿en serio me había guiñado un ojo justo en este momento? 

-¡QUE EMPIECE EL JUEGO!. -Gritó el chico.

Y con esto se desató el caos, todos comenzaron a gritar cuando los dragones volaron sobre la casa, llevándose por delante absolutamente todo. Gael nos agarró a mí y a Emma, para que comenzáramos a correr escapando. Pero tuve tiempo de ver como el chico se transformaba en dragón como los demás. 

Ahora entendía porque no tenía miedo.

Dark Dragons.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora