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Estaba tranquilamente haciendo el almuerzo para Nadia la cual no tardaría en llegar del Instituto y seguro estaría muy cansada.
Miro el reloj que se encuentra colgado en la pared y veo que son las dos y media de la tarde, vaya, llega quince minutos tarde.

Trato de relajarme pero un grito suena en el salón.

-¡MAMAAAAA!_escucho a Josephine llamarme, bajo el fuego y salgo corriendo hacia el salón donde encuentro una escena catastrófica.

-mamá, Nadia ha ensuciando la alfombra de sangre, otra vez_dice Josephine señalando a Nadia la cual tiene a una chica en brazos desmayada y sangrando.

-Agh, tengo a mi mejor amiga, la que te cae genial muriéndose en mis brazos y a ti lo único que te preocupa es una estúpida alfombra_le responde Nadia rodando los ojos.

Suspiro y trato de no gritar.

-¡¿SE PUEDE SABER QUE COÑO HACE ALDANA AGONIZANDO EN TUS BRAZOS!?_grito sin poder controlarme.

—Te juro que no sé lo que pasó, estábamos a dos calles de casa cuando un coche paro y nos empezó a disparar, saqué mi arma y también lo hice pero al parecer una bala alcanzó a Aldana y le dio en el estómago_me explicó de manera rápida y nerviosa.

—Josephine, limpia la alfombra y apaga el fuego de la cocina. Nadia conmigo, ya_dije y empecé a caminar hacia el pasillo.

—¿Y yo por qué?_me respondió de mala manera.

—Primero que todo, no me contestes y segundo, porque lo digo yo_le respondí sin mirarla, oí como se quejaba pero después escuché sus pasos dirigirse a la cocina.

Continué el largo pasillo, giré a la derecha y entré en el despacho. Una vez allí, cogí el mando que se encontraba en la estantería, apunté al escritorio, pulse el botón y este se empezó a mover hacia un lado dejando ver unas escaleras que llevaban al refugio.

—Baja y ya sabes donde dejarla, ya me ocupó yo.

Nadia empezó a bajar las escaleras con prisa y yo detrás de ella lo más calmada que podía.

Lo menos que necesitaba ahora era formar un escándalo.

Una vez abajo, Nadia dejó a Aldana sobre la camilla y me miró.

—sube, duchate y quema esa ropa_ella no dijo nada, simplemente asintió con su cabeza y subió las escaleras, las cuales decidí no cerrar.

Suspiró y empiezo el trabajo.
Desinfecto mis manos rápidamente y me coloco unos guantes para desinfectar la herida, meto mis dedos en la herida para saber si la atravesó o se quedó dentro. Al parecer no la atravesó y tampoco esta muy profunda.
Oigo un quejido por parte de Aldana.

—shhh, va a ser rápido y no dolerá tanto, no te preocupes_le digo acariciando su pelo negro.

Sigo con lo que tengo que hacer, cojo unas pinzas y con cuidado las introduzco en la herida para sacar la bala con el máximo cuidado posible.

Escucho como se vuelve a quejar y se retuerce, me gustaría poder dormirla pero no tengo sedantes.

—ya... casi... esta_digo cuando por fin logro sacar la bala, la pongo en un plato de metal_vale, ahora solo falta coser la herida, ya haz pasado lo peor. Eres buena resistiendo el dolor_le digo mirándola a la cara, pues al parecer ya está bastante despierta, pero sigue estando pálida.

—creeme, que no soy nada buena_dijo tratando de sonreir.

—pues yo creo lo contrario_le respondí empezando a coser la herida.

Una vez terminé de coser, le di una pastilla para el dolor y dejé que descansara.

Me quito los guantes y pongo todo en el fregadero, ya lo limpiare más tarde. Lo importante ahora es saber que fue lo que pasó.

FÉNIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora