Eterna Plenitud

Parte Única

Notas: un One Shot por el cumpleaños de Jiang Cheng. Aprovecho de hacer un PWP corto de esta pareja que me encanta. ¡Hay que darle más amor a esta ship!

¡Feliz cumpleaños, Jiang Cheng!

Eterna Plenitud

Jiang Cheng aprieta los dientes, un siseo inconexo escapa de sus labios humedecidos. La bruma del placer es insoportable y la persona sobre él no se molesta en esforzarse para mermar el calor que lo abruma, llenándolo de un extraño sopor asfixiante.

Su piel está sudorosa, las caderas le duelen, cada meandro de su piel se tensa de una forma agradable, pero dolorosa. Un suspiro emerge de sus labios temblorosos, su cuerpo trémulo, se agita en vibraciones descoordinadas. Jiang Cheng parpadea, el cárdeno de su mirada se vuelve vino oscuro, amenaza con derramarse por sus párpados en lágrimas violetas.

Hay tanto silencio. Lo único que se atiende es su irregular respiración.

La niebla en su semblante no se desvanece. No puede enfocar bien los objetos a su alrededor, pero sabe que hay unos orbes dorados contemplándolo desde arriba. Está sobre su cuerpo trémulo, en medio de sus muslos abiertos, dispuestos, sólo para él. A Jiang Cheng le castañean los dientes, la cercanía resulta insoportable.

La eternidad se transforma en contradicción, Jiang Cheng desea apartarlo, con un puñetazo, borrar esa mirada de suficiencia que oculta tras su rictus impasible; pero a la vez, desea extender sus brazos, rodear su cuello, atraer ese rostro al suyo, chocar sus labios en una batalla campal donde la sangre sea el estimulante que despegue la emoción, y las llamaradas de la incómoda desazón se extingan finalmente.

Abre su boca, un suspiro ininteligible emerge de sus labios. Jiang Cheng odia la sensación de impotencia que lo embarga gracias a su calor. Cada vez que el calor de un Omega surge, su raciocinio decide irse de paseo dejándolo con el primitivo sentir de un deseo latente, de un anhelo enrarecido, de un algo que lo llene para así calmar esa molesta picazón, ese cruento ardor.

Los ojos de Lan WangJi brillan, no: los ojos de su Alfa resplandecen, refulgen en un aterrador destello ambarino. A Jiang Cheng le encanta sacar esa bestia posesiva que poseen todos los Alfas para que arranquen, muerdan, destrocen.

Ahora, la locura que lo invade sólo desea eso.

Lan WangJi espera que él lo pida. Pero Lan WangJi sabe que primero moriría a suplicar por su miembro erguido, enterrado profundamente en él.

La imagen elucubrada en su mente: una remembranza no tan distante de él gritando incoherencias por las embestidas de su esposo, le hacen jadear involuntariamente. Del interior de sus muslos un líquido cristalino, apenas pegajoso, comienza a emanar, llenando el Jingshi de aquella dulzona esencia a loto mezclada con el aroma de la tormenta. Una extraña combinación de un imponente dulzor que no lo caracteriza del todo como un Omega.

Un Omega adecuado debe poseer aromas a dulces fragancias que insten a la protección. Jiang Cheng siempre ha salido de los estándares, siendo clasificado como un Alfa incompleto. Un Alfa sin hombría.

Por un momento, la amargura empaña el velo de placidez, transformando su delectación en una insensibilidad desagradable. La satisfacción se desvanece lentamente de su cuerpo, una frialdad arropándolo hasta el punto que el líquido en sus muslos comienza a mermar su intensidad. Los ojos dorados de la persona sobre él parpadean, acerca su rostro hacia la zona del cuello donde la esencia de Omega emana, e inspira con suavidad.

Luego se aparta, sus dorados brillan con ímpetu; pero no acota algo, sólo permanecen observándose como si el tiempo no fuera más que un concepto inconcreto. Jiang Cheng sabe que el silencio en ellos sólo es un sopor transitorio y las palabras, un complemento intrascendente. Las palabras sobran cuando las miradas pronuncian todo.