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¿Recuerdas el pequeño honguito que te regalé?.
Ella lo tenía en su mochila, me enoje demasiado, era algo que yo te había regalado y ella lo tenia.
No hiciste nada.
Me lo pediste de vuelta y nunca más
lo volvía ver. Ni en tu mano ni en tu mochila.

Llevaba semana intentado decírtelo. Pero no podía.
Tú solo decías “dime”.
Te lo dije, y me rompiste el corazón.

Tú hermano lo supo desde un principio- técnicamente el
me enfrento- en parte se lo agradezco.
Ni yo lo aceptaba aún.

No podía decírtelo de frente, no tenía el valor.
Recuerdo llorar en silencio abrazando un peluche de Stich, dejé mis lágrimas
impregnadas en el, escuchó mi dolor. Y tú lo vendiste sin saberlo, hasta una fotografía me enviaste.

Recuerdo tu mensaje, “yo no voy a cambiar por nada, y espero que tu no cambies”.
No es bueno decir lo demás.
Por eso eliminé ese mensaje de mi
teléfono, no podía tener algo que me lastimara tanto.
Y mucho menos algo que me hizo llorar en silencio contra mi almohada.
Mi mamá no lo sabe, te odiaría por lastimar a su única hija, te quería.
Y no la herire a ella como lo hiciste conmigo.

La bomba cayó sin darme cuenta.
Recuerdo que ese día era perfecto.
Estaba triste, pero era soportable.
Y dejo de serlo cuando vi tu foto con ella en el cine y tomados de la mano. ¿Me has mentido?.
No pudiste esperar ni dos semanas después de que hablamos.
El dolor ya no era soportable, ella te caía mejor que bien.

Solamente pierdo la cabeza cuando no te tengo y estaba obligada a perderte.

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Mil Veces Hasta Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora