Parte Única

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"Y llegas tú
Con tu luz, tu risa
Y ya da igual
Iluminas todo de una vez
Con tus niñerías
Respirarte me da la vida
Me da la vida"

'Llegas tú'_Luis Cepeda.

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Se encontraban en la escuela. Yuma, acompañado de sus amigos, hablaban de muchos temas que iban y venían desde los duelos y tácticas, hasta las cotidianidades más banales.

Es entre estas banalidades que algo capta la atención de Astral.

- ¿No sería genial poder conocer el otro extremo del hilo rojo?

Kotori había dicho esto a Kat, la cual se había sonrojado ligeramente por pensar quién podría ser su otro extremo. Pero, aún si sólo era para ella el comentario, los demás lograron escucharlo, por lo que voltearon a verla expectantes a algo más.

- S-sí. -afirmó Kat. - Sería interesante saberlo.

- No sé por qué piensan en eso. Sigo creyendo que es un cuento para niños. -dijo Tetsuo, cruzándose de brazos.

- Hay una posibilidad de que lo sea. -intervino el presidente de la clase, Todoroki. - Pero también hay otro porcentaje de que sea verdad. En resumen, sí sería genial. Pero, ¿eso no daría algo de miedo? Digo, ¿qué pasaría si te gusta otra persona que no es la que está conectada con tu hilo? En resumen, un desastre.

- P-pero -intervino Kat. - ¿Y sí la persona es la misma que te gusta? Eso también puede pasar...

- No hay pruebas de nada. -dijo Tokunosuke. - Así que no importa. Al final, sólo es una historia para engañar a los tontos que quieren creer. -se rio.

Kotori y Kat lo miraron entrecerrando los ojos, la peliverde iba a refutar sobre ello hasta volver la cabeza y, extrañada, observó al único de sus amigos que no había dicho nada.

- Yuma, ¿tú qué crees?

- ¿Ah?

- ¿Si quiera prestabas atención? -Tetsuo rio con ganas al igual que Tokunosuke por el despiste de su amigo.

- Lo siento -dijo mientras se sobaba la nuca y reía ligero. - Me distraje. Estaba intentando recordar lo que mi hermana me pidió hacer antes de llegar a casa.

- Típico de ti. -dijo Todoroki, riendo.

- Creo que me adelantaré. No quiero imaginar lo que hará mi hermana por no hacer lo que pidió esta vez. -sintió un escalofrío recorriendo su espalda, haciendo una mueca. - ¡Nos vemos mañana!

Luego de despedirse, el pelinegro corrió a la salida e hizo su recorrido normal a casa. En algún punto desaceleró su carrera y simplemente caminó sumido en sus pensamientos.

Astral no era tonto, por lo que habló.

- Huyes así siempre que no quieres responder algo. -afirmó. - ¿Es algo malo eso de lo que hablaban?

- Yo... -Yuma desvió la mirada un tanto nervioso, a veces le gustaría saber cómo su amigo lograba leerlo tan bien. - No es que fuera algo malo. -negó. - Sólo... recordé algo.

Astral flotaba a su lado, paciente a que continuara. Sabía mejor que nadie que presionar a su compañero sólo haría que se cerrara en sí mismo.

Luego de unos minutos, Yuma volvió a hablar.

- Recordé a mis padres... -un atisbo de sonrisa se mostró en sus labios. - Papá siempre me había dicho que conoció a mi mamá por la bendición del hilo rojo. Dijo que confiara en eso porque algún día yo también podría hallar a mi extremo.

- ¿Qué es el 'hilo rojo'?

El de diáfana presencia al fin había podido hacer esa pregunta.

Desde que lo mencionaron quería preguntar, pero al ver a su compañero distraído de la conversación, esperó a un mejor momento para hacerlo. El pelinegro pensó por un momento hasta saber qué decir.

- Hay una historia que cuenta sobre un hilo rojo atado al dedo meñique. -dijo, moviendo el meñique de su mano derecha frente a su traslucido amigo. - El hilo está conectado a otra persona que puede considerarse tu otra mitad, quien te complementa. Se dice que el hilo puede ser tan largo como la distancia entre ambas personas, además que puede tensarse y enredarse, pero jamás romperse.

El de mirada heterocromatina se quedó en silencio un rato, pensando. Yuma simplemente se dedicó a apreciar los alrededores bañados por el atardecer.

- Ese hilo del que hablas, ¿es invisible?

- En teoría, sí. Pero sólo es una historia. –dijo, sobándose la nuca y sonriendo un poco. - Es para representar a las almas predestinadas, pero realmente no hay nada que asegure que exista. Es más como algo... simbólico.

- ¿Simbólico?

- Sí. Es para representar que, sin importar el tiempo o lugar, ambas partes se volverán a encontrar tarde o temprano. Es como un juramento o promesa que trasciende el espacio-tiempo. Mmm... -el oji-rojizo comenzó a sobarse las sienes. - Pero eso también se relaciona a las creencias de la reencarnación y esos temas... Realmente es algo más complicado, ¿eh?... –susurró. - Ugh, mi cabeza explotara con sólo pensarlo.

El silencio volvió a reinar durante el camino. El adolescente pensó que quizás fue mucha información para su amigo, por lo que continúo quejándose en voz baja. Realmente el tema era más complejo de lo que había creído.

Cuando Astral habló, Yuma se sorprendió por su pregunta.

- ¿Eso significa que nosotros volveremos a encontrarnos?

En ese punto, ambos habían parado su camino. Los ojos inocentes de Yuma se arquearon en una media luna, sonriente, y dijo con una mezcla entre cariño y esperanza, las palabras que marcarían una diferencia en sus vidas.

- Por supuesto. -rio. - Me encantaría que volviéramos a encontrarnos en otra vida.

Ambos se vieron a los ojos y eso hizo que un extraño calor se instalara en sus corazones, llenándoles de confort. Yuma sonrió.

- Pero, Astral, no es necesario el hilo rojo para eso. Nosotros siempre podremos encontrarnos, sólo hay que tener esperanza.

Astral no pudo evitar que una suave sonrisa se escapara. Asintió.

- A mí también me gustaría eso, Yuma.

- Bien. -rio. - Entonces, vamos. No hay que llegar tarde a cenar.

Sin más y con una bella sonrisa, Yuma continúo el camino a casa, el crepúsculo se acercaba cada vez más y las luces de las calles comenzaban a encenderse.

Mientras Yuma caminaba con más pensamientos felices en su cabeza y, por consiguiente, más distraído, no notó la diáfana y profunda mirada sobre él.

Astral observó a Yuma con una mezcla de sentimientos en su pecho, antes de desviarla al dedo meñique que su compañero había movido frente a él antes.

Con un cierto cariño y ternura lo vio, junto con el hilo rojo que se ataba en él y brillaba con los últimos rayos del sol. El hilo se balanceaba entre el espacio que había del meñique de Yuma al suyo, que resaltaba en su azulina piel.

Y con una sonrisa mucho más dulce, siguió al lado de su compañero hasta llegar a casa y, silenciosamente, prometió cumplir las promesas que ese hilo representaba para ambos.

Red StringDonde viven las historias. Descúbrelo ahora