Hola, me llamo Elisa, tengo 16 años y vivo en un pueblecito llamado Salcedillo. Como todos los años a principio de curso quedo con Max en mi casa para prepararnos para el instituto. Este año no creo que sea diferente a los demás. Al llegar al instituto he visto las listas y me ha tocado en una clase en la que no conocía a nadie, me he percatado de que habrá una chica nueva y he ido a saludarla;
-Hola, imagino que eres nueva en el insti.- He preguntado con amabilidad.
-Si, adiós.- Me ha contestado y entonces se ha marchado. Yo atónita me he quedado ahí plantada y asombrada. Justo cuando estaba metida en mis pensamientos ha sonado el timbre y me he dirigido a clase. Al entrar me he fijado en que me había tocado otra vez en la clase que tenía más repetidores. Genial, ahora tendré que aguantar durante todo el curso las quejas de los profesores y sus castigos. Cuando la profesora ha empezado ha hablar se me ha distraído la vista a la chica nueva y me he fijado en que no tenía ningún interés en lo que decía la profesora. No sé porque me he estado distrayendo toda la clase y justo cuando quedaba 1 minuto de clase he oído mi nombre;
-Elisa, al final de la clase hablamos.- Me ha dicho la profesora. He pensado, "genial el primer día de clase y ya me han llamado la atención". Al terminar la clase he ido donde estaba la profesora y me ha dicho;
-Elisa te he visto desconcentrada, ya se que no estás muy a gusto con la clase que te ha tocado, pero por favor intenta no distraerte.-
-Lo intentaré.- He respondido. Al finalizar las clases he ido a casa de Max para hablar de nuestro día;
-¿Qué tal te ha ido el día?- Me ha preguntado.
-Un poco mal la verdad, primero he ido ha hablar con la nueva, me ha contestado de una manera muy brusca y se ha ido , luego me han puesto con gente que no conozco en clase y por último por si fuera poco la profe me ha llamado la atención.-le he contestado. Después de un largo rato de conversación he decidido irme a mi casa.
Al llegar decidí cenar algo e irme a la cama a estar viendo un rato mis redes sociales ya que al día siguiente era sábado y podía dormir más tiempo.
A la mañana siguiente tenía 5 llamadas perdidas de Max, me asusté bastante y decidí llamarle;
-Hola Elisa, tengo que contarte algo que no te va a gustar.- Dijo Max cuando cogió el teléfono.
-Más vale que sea importante, me has asustado.- Dije yo preocupada.
- Pues verás.- Después de una breve pausa se puso a llorar y siguió hablando.-Ayer cuando te fuiste me llamaron del hospital diciéndome que a mi madre la había atropellado un coche y que estaba en coma bastante grave. Fui corriendo al hospital con mi hermano, y nos dijo el médico que tenía pocas posibilidades de vivir.-Yo, notando como mis lágrimas empezaban a correr por mi rostro, me quedé callada y él siguió hablando.- Siento haberte llamado tantas veces pero necesitaba hablar con alguien y desahogarme.
- No pasa nada, dime dónde estás para ir a verte.- Dije.
- Estoy en el hospital San Marcos, he pasado aquí la noche. Te espero en la puerta principal.-
-Vale, en 10 minutos estoy allí.-
Por el camino iba pensando en aquella horrible tragedia ya que a la madre de Max, Anwen, la conocía desde que tenía 7 años. Además, Max se quedó sin padre a los 8 años, por lo que solo le quedaba su hermano y su madre, ahora enferma. Al llegar al hospital fui corriendo a darle un abrazo a Max, subimos a la habitación donde estaba su madre ingresada y vi a Alex, el hermano mayor de Max, él y yo nos conocemos desde que éramos pequeños pero no nos llevábamos muy bien, en mi vida le había visto tan mal, ya que él aparentaba no sentir dolor por nada; él tenía una relación muy estrecha con su madre y la ayudó a esta a superar el fallecimiento de su padre cuando Alex tan solo tenía 10 años. Sin pensarlo entré en la habitación, le abracé y sentí como todos sus músculos se tensaron, le susurré que todo iba a salir bien. Más tarde, me senté en una silla al lado de Anwen y sentí como otra vez mis lágrimas brotaban por mis mejillas.Pasamos todo el fin de semana en el hospital, pero desgraciadamente Anwen murió el domingo por la mañana. Yo no entendía nada ¿cómo en tan poco tiempo se te puede venir el mundo abajo? Esa misma tarde fuimos al entierro, Max, Alex y yo nos quedamos los últimos llorando y dándole el último adiós;
-Ya no nos queda nadie.- le dijo Max a Alex.
-Claro que sí, nos tenemos el uno al otro.- Respondió Alex.
-También me tenéis a mí.- Dije forzando una sonrisa.
Los tres nos dimos un abrazo.
Como Alex tenía 18 años ya se podía quedar cuidando de Max, así que nos volvimos cada uno a nuestras casas.