Dimensiones

C I N C O

• Vegebul : Narración de la historia y diálogos en tiempo presente. [Escritura recta. Normal]

• Vegebul : Narración de la historia y diálogos en tiempo presente, pero correspondientes a un hecho del pasado. [Escritura en cursiva]

• "Vegebul" : Pensamiento. Diálogo interno/mental de un personaje. [Escritura recta. Frase presentada entre comillas]

• "Vegebul" : Cita. Frase dicha por un personaje 'a' y reproducida textualmente por un personaje 'b'. [Escritura cursiva. Frase presentada entre comillas]

C I N C O

Dos días habían transcurridos desde que Vegeta había visto por última vez a Bulma, desde que su delgada y juvenil figura, escondida bajo la aterrada y confundida mirada de una adolescente que creía estar pronta a dar por finalizada su existencia, se había cruzado en medio de aquel enorme salón donde residían los tronos de la familia real. Desde aquel mismo instante en que sus miradas se cruzaron, una molesta sensación de atragantamiento había tomado completa posesión de la garganta del mayor de los príncipes, y no había hecho más que agudizarse a medida que pasaban las horas, especialmente después de que Vegeta se enterara del verdadero final que esperaba por ella, la mujer de sus sueños, literalmente.

Él creía estar protegiéndola, a ella y a todo el resto de las chicas que sus soldados habían traído consigo para congraciarse con la realeza. Demonios, ¡demonios! ¿Cómo se suponía que iba a saber lo que su acelerada decisión desencadenaría? Vamos, debió habérselo imaginado, ¡estaba hablando de la maldita raza saiyajin! ¡¿Qué acaso no podía haber sido más obvio?! Pero no lo fue, no para él al menos en aquel momento, y ahora su psiquis, sus nervios y el inmaculado cuerpo de su esposa - ¿esposa? - pagaba las consecuencias.

Sentado sobre su trono, Vegeta balanceaba sin cesar sus pies, impaciente ante cada segundo que transcurría sin que obtuviese noticias de la chica peliceleste. La punta del dedo pulgar de su guante derecho se encontraba ya desfigurada, la tela estirada y desaliñada producto de los constantes mordiscos que el príncipe le daba. Su rostro estaba pálido y sus ojos hinchados producto de la falta de sueño, siendo tristemente acompañados por un par de manchas levemente marrones que reflejaban no solo el cansancio, sino también la desesperanza que acompañaba al príncipe.