Pesadilla
El llanto de un niño, es lo mas desgarrador que un ser humano puede llegar a escuchar. Muchos por instinto ayudarían al niño, dándole la mano acompañado de un cálido abrazo, sin duda, con eso el niño pararía de llorar y se sentiría protegido.
Pero, muy alejado de esas palabras ficticias, un pobre niño, de no mas de 6 años, estaba siendo cruelmente golpeado en un callejón por un par de adultos, este niño, que a pesar de siempre vivir lo mismo, cada golpe era como una enorme roca chocando contra su frágil cuerpo, sintiendo como sus huesos, uno por uno, se rompían.
Sin piedad, los adultos seguían golpeándolo una, y otra, y otra vez, importándoles poco si el niño ya sacaba, aparte de sangre, espuma por la boca. Con lagrimas en los ojos, y una mirada inerte lo único que podía hacer, era tratar de cubrir su pequeño cuerpo con sus pequeños brazos.
El niño que nunca recibió nada mas que golpes, no sabia que era el amor, un abrazo, un beso en la mejilla, o siquiera y por poco que parezca, una caricia en la cabeza. Sentía envidia, si, envidia de ver como los demás niños eran elogiados, abrazados, en pocas palabras sentía envidia de los niños porque ellos si tenían padres y eran mas que amados. Entre la golpiza del diario se preguntaba porque nunca se le acercaba alguien y le decía, —hijo, te quiero—, nunca escucho esas palabras, a pesar de siempre soñarlas, al contrario, el siempre recibía odio, a pesar de que el no odiaba a nadie.
En medio de los golpes grito, —¡¡Ayuda!! ¡¡ayúdenme por favor!!—, pero nadie lo miraba siquiera con lastima. El solo veía como las personas pasaban muy de cerca por ese callejón, volteaban a verlo, y se iban con una enorme sonrisa en la cara, después de todo, el niño demonio estaba siendo castigado, por crímenes, que tristemente el no cometió. El aun no entendía, porque todos los adultos e inclusive algunos niños lo llamaban demonio, cuando a los ojos de el, ellos eran los demonios y verdugos de su corta y triste vida.
De la nada, sintió como repentinamente los golpes pararon, espero unos segundos, cubriéndose, pensando que los golpes continuarían, pero no fue así, lentamente y con desconfianza, separo sus brazos, abriendo pesadamente sus ojos hinchados gracias a tantos golpes. Para su sorpresa, estaba solo en el callejón, por fin estaba solo, con las piernas temblando y cayendo de rodillas varias veces, comenzó a dirigirse hacia la salida del callejón, prestando atención por si acaso había alguien mas esperándolo para darle otra golpiza, pero nuevamente fue su sorpresa al ver toda la calle vacía.
No sabia que era lo que pasaba, pero no desperdicio el tiempo y por supervivencia, sacos sus ultimas fuerzas y corrió directamente hacia el bosque de la muerte, aunque el no lo conocía así, pues para el era lo mas cercano que podía llamar como hogar. Aunque sus fuerzas fueron en vano, pues logro ver que muy cerca de las caras de los Hokages, una luz naranja los iluminaba, por instinto sabia que no debía de ir a ese lugar, pero siendo aun un niño, su curiosidad lo venció y fue a ver que era lo que sucedía.
Al llegar se mantuvo alejado de todos, tomando precaución de que nadie lo viera, acercándose lentamente para ver que era lo que los aldeanos con tanta alegría festejaban. Pero pronto se dio cuenta que cada vez mas personas iban llegando desde todos lados, asustado se cubrió por completo con sus brazos, deseando que nadie lo viera, esperando lo peor y que lo comenzaran a golpear como siempre.
Nada paso, temblando dejo de cubrirse, viendo como estos aldeanos lo pasaban de largo, como si no existiera. sin duda algo muy extraño, pero aun así, el no lo podía creer, por primera vez, no lo estaban golpeando, podía estar en esa calle en paz, sin la necesidad de siempre estar preocupado por los golpes que repentinamente le podían dar. Ahora con una gran confianza, por primera vez camino muy cerca de la gente sin que le prestaran atención, era sin duda un sentimiento extraño para el.
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Las lagrimas del Demonio
FanfictionSiempre han dicho, olvida el pasado, vive el presente y espera el futuro. Pero, ese pasado por mas que lo quiera olvidar, me sigue atormentando, ya no solo en mis memorias, sino también en mis pesadillas. No aguanto mas este maldito calvario, y eh l...