Hechicería y Medicina

2. El Gran Mito - El niño de la profecía.

3 de Septiembre de 1999
Escuela O'Degeit de Hechicería y Medicina
Sala de las ánimas.

¡Profesora Margot! ¡PROFESORA MARGOT! –Un joven de como 24 años se acercó corriendo a la sala mientras la joven Profesora Margot caminaba hacia el– ¡Profesora! Es hoy, ha nacido el niño, el de la profecía, debemos... ¡Debemos hacer algo! Ya sabe lo que dice la profecía, que ese niño es la reencarnación del...

Ella alzó la mano frente la boca del joven y este calló.

Silencio, Arthur, yo sé bien qué es lo que dice la profecía, pero estamos hablando de un bebé recién nacido, asesinarlo sería un acto inmoral terrible. Y ni tu ni yo queremos manchar nuestras manos de sangre inocente... ¿O sí Arthur? –Tomó una breve pausa y sus ojos color miel demostraron la seguridad con la que hablaba– ¿Qué te agobia?

¡Que ese niño es la reencarnación de El que no muere y si lo dejamos crecer y que tome fuerza matará a mucha gente! –Exclamó exasperado– ¿Qué no tiene temor de eso?

–No si no educamos correctamente, la profecía dice que saldrá de entre nosotros, si lo instruímos podemos evitarnos toda esa... Catástrofe.

–¡Profesora Margot!

¡SILENCIO ARTHUR! –La profesora Margot lo miraba con suficiente enojo como para paralizar a cualquiera– ¿Sí entiendes lo que pasa cuando te enfrentas a El que no muere?

Arthur miró al suelo y divagó un momento, y con cierto miedo asintió con la cabeza.
Era prácticamente inevitable, la profesora Margot hacía todo lo posible por mantener a todos a salvo, aunque su decisión pareciera arbitraria. Y Arthur debía obedecerla, después de todo ella era la bruja más poderosa de su estirpe, y de los magos que conformaban el ministerio de defensa. Así que una orden de ella tenía suficiente peso como para tener la osadía de desobedecerla.

Así que Arthur salió de la sala de las ánimas, y caminó por entre los pasillos interiores de la escuela. Cuando de pronto un vapor denso ascendió del suelo y envolvió todo el lugar y desde entonces no se le volvió a ver.

21 de agosto de 2015
Escuela O'Degeit de Hechicería y Medicina
Academia de Qúimicas.

–Bien, Químico Judith, a usted le corresponderán los grupos de tercero y  quinto grado.
Químico Margot, a usted le daremos los grupos de primer grado.

Es difícil hacer la selección estos dias ¿no? –Preguntaba la profesora Judith mientras  guardaba su varita en su maletín– Muchos de los muchachos hoy en día nacen sin gracia mágica. Tan simples, tan carnales.

No todos son así de simples, Judith, entre los míos hay uno especial, muy especial. –Dijo con ternura la profesora Margot– Es el primer mago en su familia luego de generaciones infructíferas.

–Vaya, Margot, por eso pediste a los pequeños... ¿No creerás que sea...?

–Creo firmemente en que lo es, y lo ayudaré todo lo que pueda.

–Ay, Maestra Margot, usted se debe sentir identificada con el muchacho...

–Basta Judith, tenemos trabajo que hacer. Y sabes lo que te corresponde.

La maestra Margot caminó hacia el aula número 7, donde estaban los jóvenes aspirantes, muchos de los cuales no tenían ni idea de en donde realmente estaban. Así que entró al salón de clases y frente a todos, alzó la voz:

–Buenos días muchachos, yo soy la Químico Clínico Bióloga Margot García, y seré su profesora de química inorgánica durante este curso. Normalmente doy clases en cursos mas avanzados pero esta vez accedieron a mi petición de darle clase a un grupo de primer grado. Así que espero que algunos de ustedes se vuelvan mis alumnos nuevamente el próximo grado.

Y entre esos muchachos y muchachas que miraban curiosamente, y anotaban cuidadosamente cada palabra que pronunciaba, se encontraba un jóven, de piel morena y cabello negro con unos tiernos ojos negros. El mismo Alan Parker. El niño que hacía 15 años había causado furor entre quienes se enteraron que había nacido y ahora hace poco habría aplicado para calificar como un estudiante de la mejor escuela de magia encubierta. Y quien sería entonces el alumno preferido de la profesora Margot.