Carlie era una joven sencilla y muy activa que trabajaba como empleada en una Tienda Pokémon. Si bien su labor original era la típica dependiente de local, el carácter activo e inquieto de la muchacha pronto se hizo evidente. Su jefe, teniendo en cuenta la aparentemente inagotable fuente de energía de la joven, decidió asignarle las tareas de entregar algunos pedidos a domicilio. Solo a algunos clientes más confiables se les ofrecía ese trato especial, pero a Carlie no le disgustaba en absoluto hacer las entregas.
Con el tiempo, la chica junto a su inseparable Furret se convirtió en una repartidora excepcional. Era frecuente verla dar vueltas por el pueblo montando su bicicleta verde, con el típico uniforme de la tienda y su cabello rosado ondeando al viento. Siempre llevando algún paquete de tamaño variable hacia los clientes y terminando todas sus entregas antes de que se pusiera el sol.
Pocos meses después, un señor ya mayor que vivía a las afueras del pueblo, realizó un pedido bastante grande. El jefe de la tienda sugirió a Carlie que realizara la entrega la mañana siguiente, pues era algo lejos y solo faltaban un par de horas para que oscureciera. Sin embargo, la chica se las ingenió para instalar el gran paquete a bordo de su bicicleta, y se dispuso a entregarlo ese mismo día. Podía ser algo importante y no estaría tranquila aguardando al día siguiente para entregarlo.
El cliente en cuestión vivía en una finca entre los montes, por lo que el viaje regular ya resultaba algo largo. El ir con un voluminoso paquete no ayudaba mucho. Varias veces la bicicleta de Carlie estuvo a punto de caerse entre las colinas, algunas con pendientes breves pero repletas de pedruscos afilados, pero gracias a la ayuda de Furret logró llegar con el paquete a su destino, aunque el cielo demostrara las inequívocas señales del anochecer. El hombre le agradeció por tomarse la molestia de traer todo su pedido el mismo día, pero le mostró su preocupación por el hecho de que la chica tendría que regresar a oscuras hacia el pueblo.
Carlie le dijo que no se preocupara. Que la oscuridad no sería un gran problema, debido a que conocía el camino casi de memoria. Sin decir más, la joven montó en su bicicleta y emprendió el viaje de regreso a la tienda. El señor se quedó solo unos minutos viéndola alejarse antes de cerrar su puerta.
El Furret de la muchacha pareció preocuparse algo, pero solo siguió a su entrenadora sin rechistar. La cercanía de su pokémon tranquilizaba a Carlie, quien pese a sus palabras, realmente si estaba algo nerviosa por tener que pedalear con una luminosidad mínima. El camino entre los montes podía ser algo duro de transitar a oscuras.
Cuando la chica se encontraba llegando a la mitad de su camino, un inesperado y lastimero alarido atravesó la atmosfera. Sorprendida, Carlie detuvo su andar y prestó atención a su alrededor. No podía ver casi nada en la oscuridad, en aquella solitaria calle montaraz. Su Furret, que viajaba acurrucado en el cesto donde antes estuvo el paquete entregado, saltó de inmediato y se preparó para la acción. El pokémon presentía que no estaban solos.
Carlie sabía que ese grito no era humano, pero se preguntaba qué clase de pokémon podía chillar de esa manera tan desgarradora. Súbitamente, una Bola Sombra salió desde alguna parte y casi manda a volar a la muchacha junto a su bicicleta. Al mismo tiempo, los gritos volvieron a sonar, pero esta vez, mucho más cerca.
Aterrorizada, la chica tomó su bicicleta y emprendió una alocada carrera entre el oscuro monte. Su Furret corría a su lado, tratando de localizar a su atacante, pero sin tener mucho éxito. Sus potentes movimientos de tipo Normal poco podían hacer contra un atacante que probablemente, era de tipo Fantasma.
Las luces del poblado se podían ver ya en el horizonte, estando Carlie sobre la última colina antes de llegar a la calle principal y el camino de regreso al pueblo. La repartidora estaba comenzando a calmarse de su reciente persecución, cuando unos sollozos comenzaron a oírse. Por suerte, la luna hizo su aparición, dando un poco más de luz al panorama. Gracias a esto, la chica pudo dar una mirada a su alrededor. A solo 20 pasos de distancia, se podía ver una silueta. Parecía tratarse de una niña pequeña que se mantenía arrodillada entre los matorrales. Sin embargo, algo muy extraño pasaba con la muchacha. Parecía que una leve fluorescencia rosada le cubría, pero era demasiado tenue.
Carlie detuvo su carrera desbocada, y quiso acercarse a la pequeña, intentando comportarse como un adulto y ofrecerle ayuda a la niña. Su Furret presintió que algo no estaba bien e intentó interponerse entre la pequeña arrodillada y su entrenadora. No logró hacerlo a tiempo.
Un súbito tirón en sus pies hizo caer de bruces a Carlie. Su Furret intentó atacar a la misteriosa niña pero unas raíces le inmovilizaron. Un chirrido de metal doblado y un fuerte golpe en la espalda dejaron a Carlie sin aliento durante unos momentos. Luego, un fuerte jalón proyectó a entrenadora y pokémon por el borde de la pequeña colina. Lo último que que Carlie vió fue a su pokémon y a ella misma cayendo sin control por la pequeña pero accidentada pendiente, con lo que antes había sido su bicicleta, pero altamente deformada y torcida, cayendo sobre ella.
Todo esto mientras una enfermiza risotada se dejaba oír en el aire de esa fatídica noche. Unos pocos segundos después, tras una violenta caída por la pequeña colina, y con los pedruscos del suelo acercándose vertiginosamente a su cara, Carlie sintió un fuerte crujido en su cabeza y su conciencia de apagó para siempre.
En el borde del risco, unas raíces recubiertas con la misma extraña energía rosada de la niña misteriosa se retorcieron con violencia tras haber lanzado a la chica junto a sus cosas, para luego retomar sus posiciones originales mientras la silueta similar a una muchacha se desvanecía entre las plantas.
No muy lejos del lugar de la tragedia, el anciano miraba a la noche por su ventana. Cuando sintió una presencia manifestándose a su lado, el viejo sonrío con complacencia.
Para él, en el pueblo solo había lugar para una sola chica pelirrosa y para mala suerte de Carlie, el cupo de chica pelirrosa lo tenía reservado para su estimada Gourgeist.
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Librería de Chandelure
ParanormalCompilación de cuentos inquietantes y relatos aterradores ambientados en el mundo pokémon. No recomendamos tener este libro en la Guardería. Actualización 29/10/2021: He preparado una versión en PDF un poco mas pulida de estos mismos relatos. Podrá...