4. El día del gran experimento

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Oscuridad. Nada más que oscuridad a mi alrededor. No me permite distinguir donde estoy ni, ni siquiera logro ver mis propias manos.

Una desagradable sensación de paranoia y temor me inundan. Siento que el suelo cede a mis pies y comienzo a caer desde un alto precipicio. El suelo debe encontrarse a una distancia considerable, por el tiempo que dura este desplome, pero indudablemente me acerco a él a una velocidad vertiginosa.

Un segundo antes del fatal impacto, despierto agitado en mi habitación. Tras unos minutos, logro recuperar el aliento y recomponerme. Por la luz que entra por la ventana, puedo suponer que falta muy poco para el amanecer.

Veo la hora en mi reloj de pared donde confirmo mi conjetura, son las 6:30 am. Tengo el tiempo justo para levantarme y ponerme en camino. Hoy es un día importante, y no me perdería por nada en este mundo lo que mis colegas y yo haríamos en esta jornada.

Pero primero debo ir al Centro Pokémon a visitar a mi fiel compañero. El día anterior dio una gran batalla y me dijeron que necesitaría permanecer un par de días en observación. No me gusta ver a mi estimado Maso herido, pero al menos sé que está en buenas manos. Tras constatar que se encuentra bien y bajo la atenta mirada de Joy y su Blissey, procedo a despedirme de mi fiel Mamoswine. Pocos minutos después, tomo el tren que me llevará hacia el laboratorio.

En el camino resuelvo el pequeño crucigrama del periódico de esa mañana. Curiosamente, no puedo evitar la sensación de fastidio, como si el puzle ya lo hubiese resuelto con anterioridad. De seguro los del periódico cometieron un error y pusieron el mismo puzle de hace un par de días. Soy muy meticuloso con estos pequeños detalles, así que, con gran pesar dejo el periódico a un lado. En todo caso, tengo bastantes cosas en que pensar. Nuestro experimento de hoy podría ser peligroso. Nuestro.... Nuestro experimento de hoy, marcará un día que la humanidad recordará por el resto de la historia.

Con tantas cosas en mente, ingreso al laboratorio casi sin darme cuenta por donde voy. Solo cuando abordo el ascensor que desciende hacia el sótano donde descansa nuestro dispositivo junto a la pieza faltante, obtenida recientemente, es cuando vuelvo a centrarme. Es momento de trabajar.

[...]

El dragón se agita violentamente en su jaula. La construimos preparándola para cualquier contingencia, para contener hasta la bestia más violenta. Es por eso que no nos preocupaba que la criatura escapara con fuerza bruta.

Al parecer, hemos llegado todos al laboratorio. Lía, la miembro más joven de nuestro equipo científico, se acerca a recibirme tan pronto me ve llegar.

Me informa que Silvia y Nett, nuestros científicos pokémon, ya están realizando pruebas en la criatura que retenemos prisionera por el bien de la ciencia. Además, los técnicos e ingenieros que hicieron posible el transporte de nuestra presa hacia este lugar, se mantienen cerca en caso de que necesitemos apoyo. Otros asistentes y miembros del personal también pululan por las instalaciones. Todos quieren ser testigos de nuestro gran descubrimiento científico.

Todo parece estar en su lugar y esbozo una leve sonrisa. Hoy puede ser el día en que lograremos descubrir la clave para viajar en el tiempo.

[...]

Es Nett, pálido a más no poder, quien destruye mi optimismo con su leve grito y tembloroso ademán de que miremos hacia la celda del dragón temporal.

Una extraña anomalía ha aparecido junto a la máquina. Pareciera ser algún tipo de espectro magnético, sin forma definida, pero claramente perceptible.

Impresionados y curiosos, solo nos quedamos mirándola. Lía va a buscar una cámara para grabar el suceso. Mientras tanto, yo barajo diversas posibilidades para explicar este fenómeno, pero no tengo mucho tiempo para teorizar.

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