Capítulo 4. Punishment

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Las clases terminaron y Bill me llevó a casa en su bicicleta, obviamente me bajé antes de llegar a nuestra calle, tendría grandes problemas si mi tía me ve con un niño en la misma bicicleta, además de estar usando un vestido. Ahora ambos caminamos sin prisa, Bill lleva la bici a su lado.

-E-entonces no fue t-tan malo ¿O sí?

-Supongo que no – me encojo de hombros. –Bill.

- ¿Si?

- ¿Crees que en verdad puedo ser parte de su grupo? –pienso en las palabras de Stanley. Bill me mira confundido.

- ¿P-por qué no podrías? – no dije nada –N-no es como si n-nosot-tros fuéramos populares, M-Meg. Somos P-perdedores, a-así es como nos llaman. C-creo que la pregunta s-sería ¿P-porqué estás tú en n-nuestro grupo? – él sonríe, tiene una muy bonita sonrisa y ahora puedo notar en sus ojos grises. También sonrío.

- ¿Quiénes son los populares?

-N-no sé, tal vez...uhm... J-Jenna S-s-Smith, todos hablan de ella, John Ed-Edwards, él es bueno ju-jugando f-futbol- de repente parece nervioso –H-Henry Bowers- se detiene.

-Ya han hablado de él en el almuerzo- me acerco a él.

-N-no es una buena per-persona, todo lo cono-conocen y tratan de ale... alejarse. También está Gre-Gretta Keene, ella es c-como B-Bowers, pero en niña- seguimos caminando hasta llegar a mi casa. Quedamos frente a frente.

-Gracias por la información, supongo que me servirá- le sonrío.

-N-no hay p-problema- sus mejillas enrojecen. La puerta se abre y mi tía sale hasta llegar a mi lado.

-Megara, entra ya- demanda- Gracias por acompañarla, William- dice mirando a un Bill nervioso

-No es n-nada, señora, C-Conrad- se aferra del manubrio de Silver.

Mi tía me toma del hombro y me guía a la casa sin dejarme despedir de mi vecino. Cierra la puerta detrás de ella y yo giro para enfrentarla.

-No subiste a su bicicleta ¿Verdad? – niego rápidamente. –Bien- Sigue su camino hacia el pequeño comedor, arrastra una silla y se sienta, toma una servilleta y la pone delicadamente en su regazo. –Ahora ve, te enseñaré los modales en una comida, ya que me demostraste la otra noche con los Denbrough que no las sabes correctamente –suelto un suspiro y suelto mi mochila.

Un golpe en la mesa me hace estremecer. –No debes dejar tus pertenencias en el suelo, mucho menos en la entrada, Megara- dice mirándome. Mis manos tiemblan y tomo mi mochila, mi tía señala una silla en la esquina antes de las escaleras, coloco ahí mi mochila e imito las acciones de la señora en el comedor. Ella suelta un gruñido que fácilmente pudo ser confundido con el de un animal.

- ¿Estás bien, tía? – ella respira hondo y me mira.

-Repite todo, levántate y has exactamente lo que yo hice- oh.

Me levanto y acomodo la silla en donde estaba. La arrastro otra vez y un nuevo golpe azota la mesa provocando un salto de mi parte.

- ¡Una señorita no arrastra nada! – asiento y acomodo la silla, ahora todo mi cuerpo tiembla. Levanto levemente la silla y la muevo hasta donde creo que puedo sentarme. Observo a mi tía y ella asiente, doy un paso y me siento. -Megara- advierte.

- ¿S-si?

-Acomoda tu vestido antes de sentarte- dice entre dientes. Esto ya está hartándome. Repito mis acciones ahora con las indicaciones de ella. –Bien ahora debes servirte, primero ensalada.

Tiene que ser una broma, ella señala un plato hondo, me estiro y lo tomo, veo lo que hay en él: Lechuga... solo lechuga. –Ya aprenderás lo que tiene más carbohidratos y cuales tienen menos, esto es un ejercicio- aclara. Asiento y tomo las pinzas y lo más lento que puedo las coloco en mi plato. Al terminar se las tiendo a ella y hace lo mismo. Algo sale bien. –Ahora sirve el vino.

-No creo que yo pueda hacerlo.

-Eso no importa, escuché que los judíos toman esta clase de vino y debes acostumbrarte- me tenso al escuchar sus palabras. Judíos... Stanley, mierda. Tomo la botella de vino que está en medio de la mesa. -Espera- la regreso. - ¿Qué es eso que tienes en el dedo?

Regreso a mi lugar y toco mi dedo índice de mi mano derecha. –uhm... yo...esto-

-Una señorita no debe tartamudear, no querrás parecer retrasada – muerdo mi labio por unos segundos.

-Es un anillo de humor, tía- ella alza una ceja.

- ¿De dónde lo conseguiste? - la hago girar –Alguien te lo dio – asiento. - ¿Y bien? ¿Quién fue? ¿Fue ese chico Denbrough? Te vi muy sonriente cuando llegaron- Niego. - ¿Quién fue, Megara?

Algo me dice que si digo que Richie fue quien me lo dio, ella no duraría en lanzarme a la calle.

-Fue...uhm- otro golpe en la mesa.

- ¡Megara! ¡Deja de balbucear y dime quién fue! –

-F-fue Stanley- tal vez sea lo más estúpido que he dicho –Stanley Uris- bajo la mirada.

Mi tía se queda callada por unos minutos, analizando mis palabras. De la nada suelta una carcajada horrible. Tal vez los golpes me hayan asustado, pero no se comparan con lo que ella hace ahora. Mi mirada regresa a ella y yo sigo jugando con el anillo.

-Sabía que eras muy bonita, Megara, pero no creí que fueras tan rápida- sonríe y eso me causa escalofríos –Debiste hacer algo que le gustó, bien hecho, estamos un paso más cercano- asiento. –Ahora sí, sirve el vino- el miedo sigue en mi cuerpo por lo que sin fijarme tiro la botella sobre la mesa creando un desastre carmesí en el mantel blanco. La sonrisa de la señora Charlotte desaparece y es reemplazada por una mirada llena de odio. –No puedes hacer nada bien- dice entre dientes.

Oh, no.

Ella se levanta y toma mi brazo con fuerza, obligando a levantarme, tira de él acercándome. Me analiza y sin prevención alguna me da una cachetada, la piel de mi mejilla arde. –Una completa inútil, como tu madre. Siento mis ojos lagrimear. –Creo que es tiempo de un buen castigo.

Me arrastra hacia las escaleras y ambas subimos, y me deja entrar en una habitación, la cual solo están algunas cosas que ya no se usan. Mi tía me empuja y caigo al suelo. Cierra la puerta con seguro y se dispone a buscar algo entre sus cosas. Toco mi brazo y suelto un quejido, mi piel está roja y esto segura que tendré uno que otro moretón más tarde.

-Ahora sí, entenderás por las malas a que debes comportarte como una señorita- estira un enorme cinturón café. La miro sin comprender. –retira la parte de arriba de tu vestido- niego, -No fue una pregunta ¡Fue una orden!

-P-por por favor- ahora las lágrimas caen por mis mejillas. Ella se desespera y entre empujones y tirones logra romper parte de mi vestido. – ¡No! - otro golpe en mi mejilla, ella se recarga en mi cuerpo y lo empuja obligándome a estar boca abajo en el suelo - ¡No! - ignora mi llanto, el cual incrementa al sentir un ardor en mi espalda.

- ¡Quédate quieta! – otro golpe del cinturón, después otro y otro. Para el quinto ya no me muevo y solo espero el siguiente. Aprieto mis manos en un intento por controlarme. En total fueron 7 golpes. Oculto mi cara entre mi brazo y sigo llorando. Mi tía se pone de pie y arregla su vestido, enrolla el cinturón y abandona la habitación, no sin antes decir –El botiquín está en el baño, aséate y limpia todo,

Nunca en mi vida me había sentido de esta manera... tan vulnerable y rota. El dolor se cuela por todo mi cuerpo y viaja hasta mi espalda. Siento como las gotas de sangre se resbalan y manchan el suelo. No me muevo hasta que escucho que la puerta principal se abre y después se cierra, avisándome que mi tía ha salido. Me levanto con mucho cuidado y me dirijo hacia el baño para tomar el botiquín.

No quiero ver mi reflejo en el espejo, no quiero ver el dolor, los golpes y ni las lágrimas.

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⏰ Last updated: Nov 09, 2019 ⏰

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