El destino me separó de él en la peor manera posible. Siempre dije que no creía en ello, pero a día de hoy no le encuentro otro sentido a la desafortunada serie de hechos que profanaron y terminaron con mi vida como la conocía. Yo era una cantante, no muy famosa, pero el poco dinero que hacía me servía y podía vivir cómoda. Mi mundo entero cambió cuando lo conocí a él. Cada noche libre vagaba sin rumbo por las calles de Los Ángeles buscando pasarla bien. Siendo un alma sin rumbo solía encontrarle miles de defectos a mi vida, pero jamás hice algo para cambiarlo todo. Para cambiarme a mí, transformarme en otra persona.
Cuando lo vi por primera vez, con sus 1.75 metros de altura y aquel cabello pelirrojo, tan confiado de sí mismo, no pude hacer más que suspirar. Nunca fui una chica con una gran autoestima, y generalmente cuando me miraban chicos atractivos apartaba la vista apenada. Con este chico las cosas no cambiaron, pero él igual se acercó. Conversamos la noche entera, y rápidamente me vi inmersa en un enamoramiento fatídico e inevitable. No sé qué hubiese sido de mí si no lo hubiese conocido esa noche en el Rainbow en 1990.
A menudo teníamos peleas, casi siempre por insignificancias, pero ambos sabíamos que nos volveríamos locos el uno sin el otro.
Sus ojos... Estoy feliz de que sus ojos fueron la última cosa que observé en mis momentos finales. Tan profundos y preciosos como diamantes, pero llenos de desesperación en aquel momento. Recuerdo que lo último que le dije fue: "No llores, mi amor".Recuerdo que cuando nos dieron la noticia, pensamos que sería un embarazo ya que los síntomas eran parecidos... Pero menuda mierda de noticia que nos dijeron. Axl permaneció en silencio, no dijo ni una palabra. La sangre se fue a mis pies... ¿Cómo sigues adelante cuando la persona que amas tiene sus días contados? Ni siquiera me lo creí. No podía. Al llegar a casa, Axl enloqueció, primero estaba en estado de negación, después comenzó a hacer añicos cada cosa que encontraba a su alcance. Luego rompió a llorar. Una vez que se calmó, me propuso visitar más doctores, encontrar otra respuesta, pero supe que eso no sería posible. Algo me hacía sentir que en realidad estaba a punto de irme. Sentía un perpetuo vacío en el estómago.
Fue inevitable, la manera en la que mi salud se deterioraba a una velocidad impresionante, como parecía ser que yo envejecía a la velocidad de la luz aunque en realidad Axl era dos o tres años mayor que yo. Subsecuentemente, la fuerza para caminar abandonó mi cuerpo. Me dio igual. "Pies... ¿Para que los quiero si tengo alas para volar?" era lo que solía decirle, esa frase recuerdo haberla leído en una obra de la pintora Frida Kahlo en mis días de escuela. Esa frase jamás abandonó mi mente.
Al sentir que mi corazón se detenía, como aquel importante órgano se moría lentamente, en mi último suspiro, sentí sus labios sobre los míos. Y con eso me bastó para irme tranquila. Mi enfermedad -hasta ese momento desconocida- me mantenía en un constante dolor, pero con el simple hecho de su compañía, aquel dolor disminuía un poquito. Él podría parecer una persona egocéntrica e incluso egoísta, pero para mí era el mejor ser humano que tuve el privilegio de conocer.
Hasta este momento no he visto la luz al final del túnel, tengo que ser sincera y decirles que esto me asusta como ninguna otra cosa me ha asustado jamás. Aquí, que es ninguna parte a la vez, hace demasiado frío, que incluso helaría a alguien que ya no vive más. Como lo está haciendo ahora mismo conmigo. Camino y camino, hasta hundir mis pies en dolor. ¿Para esto morí?, ¿para volver a un constante sufrimiento? Y las cosas eran mucho peores aún, ya que Axl no está a mi lado.
Todo se oscurece.
Despierto en lo que solía ser mi casa. No entiendo nada... ¿He revivido de la muerte? Imposible. Me cuesta un poco levantarme, ya que el dolor aún no se va completamente... Axl está en su piano, tocando melodías sin forma aparente, rodeado de botellas de licor. Su apariencia me rompe el inerte corazón. Sus ojos están rojos, su seño fruncido con indiferencia. Me siento a su lado como solíamos hacerlo antes de todo ese asunto de la enfermedad desconocida y terminal. Hay una foto mía sobre la tapa del piano, junto a un frondoso ramo de rosas marchitas. Recuesto mi cabeza en su hombro y él se detiene súbitamente. Acaricio su cara y su piel se estremece con frío. Me duele no poder tocarle.
Se levanta rápidamente del asiento que está frente al piano asustado, pero intenta tranquilizarse y da un largo trago a su botella de Absolute Vodka, después camina con dificultad a la que era nuestra habitación con la botella aún entre sus manos.
Ha estado escribiendo música, me asomo a una de las hojas y leo el título: "Don't Cry". Hasta ahora solo puedo ver las notas, que francamente no entiendo.
Tiene un frasco con pastillas, son antidepresivos, me imagino. Las pasa por su garganta con un poco más de Vodka y empieza a desabrochar su camisa. Su cuerpo siempre me volvió loca, amaba con locura cada pequeñito aspecto en él.
-Si sigues así terminarás matándote, amor -susurro levemente con una voz aterciopelada. Él se detiene en seco. Sus ojos se llenan de lágrimas pero actúa como si nada pasara. Siente que se está volviendo loco, me ha oído hablar, pero prefiere pensar que es su imaginación, aunque le gustaría más que no fuese así. No puede evitar pensar que la cama es enorme y fría sin mí a su lado. No puedo seguir viéndolo así.
Se reclina hacia el frasco y con temblorosas manos toma un par de tabletas más. Se recuesta y en breve cae en un profundo sueño, que parece pesadilla más bien. Despierta bañado en sudor, y su respiración esta alocada. No puedo decirlo de otra manera, pero, ¿qué más da?
Me mata verlo así.
Me juró la eternidad, y esa breve eternidad la amé tanto como se me permitió.
---------------------------------------------------------------------------------
Eso fue mas o menos todo, le llaman one-shot, o algo parecido xD Espero que les haya gustado:b