Capítulo 1

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Lei salió corriendo. Detrás suya, un vendedor la perseguía, gritando. Lei giró por una calle, y por otra, hasta entrar en un callejón sin salida. Cualquier persona se hubiese rendido, pero ella se conocía toda la ciudad como la palma de su mano. Incluyendo los techos.

      Trepó encima de un contenedor de basura, y saltó agarrándose a un pequeño alféizar. Lei subió a pulso, y se encontró a Thar esperándola.
          -Alteza -dijo Lei con voz de burla, haciendo una reverencia exagerada.
      -¿Tienes algo? -preguntó Thar ignorando la broma, a lo que Lei sacó unas manzana, una bolsa de nueces y una caja de galletas de sus bolsillos y debajo de su camiseta.
         -No es mucho, pero dará para un par de días si mi hermano ha hecho su parte. -dijo Lei, mirando hacia donde debería salir Mero. -¿Alguna noticia suya?
        Thar negó con la cabeza, mientras guardaba la comida en una bolsa más grande. Luego se levantó, y echó a andar hacia su escondite.
      Lei le siguió en silencio, saltando de tejado en tejado. Thar iba por el camino más rápido, andando apresuradamente con la bolsa de comida.
Su escondite resaltaba a lo lejos, una casita sobresaliendo por los demás tejados. Estaba justo encima de una antigua fábrica, ahora abandonada, que les había servido de refugio durante algún tiempo, y aún lo hacía cuando el techo de su casita actual se volaba.
       Lei sintió unos brazos abrazándola por detrás. Como un acto reflejo dio un codazo a la persona que la había agarrado, y se giró, sacando un puñal de su manga.
          -Tranquila -dijo Mero, con las manos en alto- vengo en son de paz.
       -¡Mero! -gritó Lei, abrazándolo fuertemente- que susto me has dado. Has tardado mucho hoy.
           -¿Asustada por mi, canija? -bromeó, sin separarse de ella.
           -Ni en tus mejores sueños- le devolvió Lei con una carcajada.
         Mero sonrió, acariciándole el pelo. A su espalda, Thar carraspeó. Mero se separó de Lei, y saludo a Thar con un sacudida de cabeza.
      Thar era el hijo menor del rey, con tres hermanos y dos hermanas mayores que el. Su padre, el rey de Moria, era frío, y Thar no estaba acostumbrado a los abrazos, ni a cualquier muestra de afecto.
Mero, anticipándose a la pregunta de Thar sacó lo que había conseguido. Una vela, carne, y dos camisetas para Lei que se había puesto debajo de su propia ropa. Lei sonrió contenta. Hacía días que llevaba pidiendo camisetas nuevas. Cogió una de las camisetas, negra, y se fue a cambiar.
         -¡Date prisa, enana! -gritó Mero- Hay cosas de las que hablar.
Thar miró a Mero con preocupación, temiendo malas noticias. La última información que habían conseguido por las calles era que unos asesinos planeaban matar al duque Lhet, un viejo amigo del padre de Thar.  Mero, por su parte, le miró con una sonrisa relajada, tranquilizando a Thar.
         Lei volvió cambiada, con una camiseta un poco más grande que ella, y les sonrió con alegría. 
     -Por fin -dijo- Esa camiseta ya empezaba a hartarme. Por cierto, necesitamos más jabón para ropa. Ya casi se ha acabado.
Thar sacó un papel, y lo apuntó al lado de las demás peticiones de Lei y Mero. Normalmente, él se encargaba de las peticiones, y Lei de la comida.

       Thar fue al refugio, con Mero y Lei siguiéndoles. Se sentó en él suelo, mientras Mero cogía un cojín y se lo daba a Lei. Mero se sentó con lentitud, exasperando a Thar.
       -¿Qué has descubierto? -preguntó Lei entusiasmada. Le encantaban las reuniones.
         - Estaba yendo a robar las camisetas de Lei, cuándo he visto el puesto de periódicos. La primera página era sobre el asesinato de Lhet, y sobre su funeral. La segunda, sobre los deportes. Al parecer, el equipo local ha ganado la final.
       -¿Quieres ir al grano?- Preguntó Thar molesto.
    - Llegando a la última página he visto una noticia que me ha llamado la atención. Había una foto tuya en grande -dijo señalando a Thar- con el título: ¿Es él el líder de los Tres?
       -¿Los Tres?- preguntó Lei extrañada.
    -Sí. Continué leyendo, y resulta que Los Tres es el nombre de un grupo “terrorista” que se dedica a robar. He seguido leyendo, y por lo visto, ¡Somos nosotros!
        La sala se quedó en silencio. Mero les miró, esperando su reacción. Lei empezó a sonreír cada vez más.
          -¡Somos famosos, Thar! -gritó Lei- ¡Alegra esa cara!
          Thar les miró con los ojos muy abiertos, con una expresión de pánico.
           -Mero…-dijo lentamente- ¿Qué periódico era?
           -No sé. -respondió Thar- Creo que él News.
           Thar se levantó rápidamente.
        -No, no, no, no, noooo. Joder, ¡Joder!- Thar empezó a andar de un lado para otro- Chicos, esto es malo, muy malo; si mi padre lo lee… Joder chicos, mí padre me va a matar. Con lo cerca que está de casar a mi hermana con él príncipe de Nimya. Cómo se entere me va a matar. Joder, jodeeer…
-Thar, tranquilo- dijo Mero- Es un periódico de hace dos días. Sí tu padre todavía no te ha llamado, o mandado matarte, probablemente no lo habrá leído.
     Thar le miró esperanzado.
     -¿Crees qué no lo ha leído?
    -Pues claro que lo ha leído.-replicó Lei- Tu padre lee ese periódico todos los días. Si todavía no te ha matado es porque no ha podido.
     Thar la miró sorprendido.
     -¡Lei!- le gritó Mero.
     -¡¿Qué?!- repuso ella con un encogimiento de hombros- Es la verdad.
     Mero negó con la cabeza, como si no se pudiese creer la poca sensibilidad de su hermana pequeña. Lei le miró, y se encogió de hombros, como diciendo ¿para qué mentirle? Mero puso los ojos en blanco, y miró de nuevo a Thar, qué miraba al vacío ausente.
     -Chicos, si mi padre ha ordenado matarme no puedo quedarme aquí- dijo al fin- Moria es conocida por su ejército. ¡Todo el mundo sabe que es letal!
      -Thar, llevas tres días sin salir de los tejados. ¿No puede ser que tu padre piense que ya estás muerto, y te deje en paz?
     -¿Por qué iba a pensar que Thar está muerto? No tiene ningún motivo para pensarlo. -dijo Lei- Y aunque lo pensase, creo que, conociendo a tu padre, no pararía hasta conseguir pruebas.
Thar les miró ilusionado.
        -Pues démosle pruebas.

***

     Lei miró a Thar a través de su antifaz. Incluso con los ojos parcialmente tapados, se le notaba miedo. Sus oscuras ropas se camuflaban contra el muro de piedra del castillo. Mero apareció detrás suya, silenciosamente.
     -¿Todo el mundo tiene claro el plan?- Susurró
    -Primero entramos por la  ventana del cuarto de Thar. Luego, él nos lleva por los pasadizos del castillo hasta el patio, donde robamos dos caballos. Mientras yo los cogo Thar va a la cocina a por comida, agua, platos y vasos, y tu vas a por mantas el carruaje. Nos encontramos donde sea qué guarden los carros, y nos vamos -dijo Lei con total alegría. Cómo si estuviese hablando de una excursión familiar a la montaña.
     -Y entonces yo me convertiré en un fugitivo oficialmente- añadió Thar, con los hombros hundidos- Y vosotros también.
      - Técnicamente, nosotros solo somos fugitivos si alguien se entera de que te estamos escondiendo. -dijo Lei- Además, tampoco hay tanta diferencia entre fugitivos y ladrones.
   -Chicos, quedan tres minutos hasta él cambió de guardias. En tres minutos entramos en él castillo -es susurró Mero.

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⏰ Última actualización: Nov 09, 2019 ⏰

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