Gracias a dios que es viernes!
Mi rutina de todos los viernes es la misma trabajo como oficinista en el centro de la ciudad, el trabajo me queda lejos pero es bien pagado, gracias a eso me pude alquilar una casa a las afueras de la ciudad, ya que no me agrada el ruido de la metrópolis.
Cuando salgo del trabajo ya a caído la noche.
Siempre que llego, me bajo de la ruta y me despido del solitario chófer, que ya a quedado solo en su autobús.
Al llegar al porche siempre saludo al extraño vecino que me espera en mi casa, el solo me espera sentado en una mesedora los viernes por la noche.
No hay nada raro en el, lo único raro, es que realmente no tengo vecinos, no hay ninguna casa a unos kilómetros a la redonda.
¿Quieren saber que es lo más extraño?
Esta tocando la ventana del comedor por fuera, parece que trae una especie de cuchillo, lo mueve de un lado a otro mientras su sonrisa con cientos de dientes iluminan su oscuro rostro, que ni siquiera sus ojos se alcanzan a vislumbrar en tan pesada noche...