La felicidad es nuestra eterna invitada
nunca viene porque no le gustamos,
pero cuando se presenta le damos
la razón en un saludo con desgana
recordándola en lo recónditos de los años
como una vieja y generosa camarada.
La felicidad es nuestra eterna invitada
nunca viene porque no le gustamos,
pero cuando se presenta le damos
la razón en un saludo con desgana
recordándola en lo recónditos de los años
como una vieja y generosa camarada.