El principio del fin

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Trato de levantarse, su cabeza giraba y su vista se torno borrosa.

¿Qué pasaba?

¿Habían chocado?

¿Rubi...?

Ante ese pensamiento intentó de ubicarse, la sangre que recorría el espejo lo obligó a brincar de miedo, mientras su cabeza seguía dando saltos que no llegaba a comprender, su mano parecía palpitar, moviéndose con una rapidez que no lograría alcanzar normalmente, algo similar a un ataque de pánico mucho más intenso.

¿Se iba a morir? ¿Iba a morir? ¿Rubi estaba muerta?

Con escalofríos recorriendo sus extremidades, extendió su mano hasta encontrar los vidrios del cristal frontal, adornado de trozos brillantes, cubiertos de una mezcla roja casi negra.

Jadeo, sintiendo una suave abertura en su frente, de la que sentía, salían gotas de un líquido carmesí, que abandonaba su cuerpo con lentitud, giro su cabeza, con el oído zumbando y su alrededor moviéndose en un constante palpitar.

Entonces la encontró ahí.

Rubí. , su madre, con la mitad dentro del automóvil, sus manos extendidas con su sangre galopeando entre estas, cayendo de lleno en la carrocería, dejando un charco de sangre, con sus ojos mirándolo, de forma fría, sin vida, sin la pizca de decepción que había observado antes que su fuego viviente se apagará con un soplo suave.

—¿Rubi? —fue capaz de llamar, para que su llamado se convirtiera en un grito aterrado, por la imagen moribunda ante él.

Se descubrió llorando al sentir el líquido caliente recorrer su mejilla, pronto descubrió que a su alrededor, no era el único accidente que había sucedido, pues múltiples automóviles a la distancia, aguardaban con fuego dentro, destrozados y múltiples cuerpos tirados en la acera.

Golpeó la puerta a su lado, hasta que consiguió que esta cediera y se abriera, lo primero que encontró fueron las marcas de llantas en el cemento.

Trató de regular su respiración y asimilar lo que sucedía, su madre estaba muerta, antes de que chocarán una sombra negra paso sobre su automóvil y golpeó el cristal, provocando que este se agrietara.

Cubrió su boca deteniendo el vómito acumulado en su garganta.

Se dejó caer en el pavimento, perdiendo una vez más la consciencia.

Todo era negro, mientras los gritos desgarradores se encadenaban a otro, generando la dulce melodia del final....

Luna de SangréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora