Yine Sensiz. [Jujae]

🥀

[En todo lugar, en todas las cosas está la huella que narra de ti.

 Seis de la mañana, Juyeon se remueve en la cama, buscando el calor de la persona a su lado, sin embargo, no hay nadie ahí. Con un suspiro cargado de tristeza toma una de las almohadas a su lado y la abraza, aun puede sentir el aroma que su amado dejo en ella. Inhala profundamente, quiere resguardar ese aroma en su corazón para siempre.

La alarma suena a las seis con treinta, anunciándole que es hora de levantarse para ir a trabajar, abre los ojos con pereza y deja que la alarma suene, deseando escuchar nuevamente las quejas de Jaehyun por no apagarla a tiempo.

La alarma sigue sonando sin parar pero el sonido aun no le molesta, prefiere escuchar un sin fin de veces esa alarma antes de seguir escuchando sus pensamientos. Se sienta en la orilla de la cama, posando sus pies en el suelo del cuarto, el frío los envolvió al instante. Estiró su mano hacia la cortina que está a un lado de la cama y la levantó un poco, rayos se asomaban a los lados de los grandes edificios que rodeaban el suyo, indicando que el sol estaba saliendo, alejo su mano de la cortina dejándola caer.

La alarma se detuvo por si sola, pero Juyeon sabía que sonaría de nuevo dentro de diez minutos, Jaehyun la había configurado de esa manera.

Jaehyun...

¿Dónde estás, con quién estás?

El frío de la mañana abrazaba a Juyeon y le congelaba los huesos, eran las once en punto y acababa de salir de la recámara para prepararse un café y alguna cosa para desayunar, quiso hablar al trabajo y avisar que ese día no iría pero ya no era necesario, después de todo lo habían despedido hacía meses.

Llegó a la cocina y se dirigió al refrigerador, estiró su mano y la posiciono sobre la agarradera para abrirlo ¿Valía la pena hacerlo? después de todo, ahí dentro no había nada más que dos huevos. Suspiro con tristeza y se alejó del aparato, para ir por un vaso con agua y beberla, imaginando el sabor a café en su boca, el sabor al café que Jaehyun le hacía por las mañanas.

Jaehyun...

¡Ay! mi amor, regresa, te extraño mucho

Seis de la tarde, Juyeon mueve sus pies con lentitud, caminando hacia el solitario sillón junto a la ventana que daba directamente a la calle, su apartamento no era en un piso muy alto así que tenía una buena vista.

Como era costumbre, colocó una manta sobre sus delgadas piernas y dirigió su mirada hacia la calle, esperando ver a Jaehyun regresando a casa después del trabajo.

Ese día había sido como cualquier otro, con la misma monotonía de siempre, acompañado de la infinita soledad que lo rodeaba y lo carcomía poco a poco, acabándolo, llevándoselo consigo.

En realidad ya no le importaba, no le importaba despertase a las seis de la mañana aunque se había dormido a las cuatro de la madrugada, no le importaba no poder salir del cuarto hasta que la alarma le fastidiara, no le importaba que no había nada más que agua en su cocina, tampoco le importaba que sus huesos resaltaban por sobre su piel, demostrando su delgadez extrema, no le importaba que se le estaba cayendo el cabello, tampoco que sus uñas eran débiles y siempre se le terminaban rompiendo, ni que había perdido su trabajo hacía meses y que no estaba interesado en buscar otro y es que en realidad, ya no le importaba nada.

La soledad y la enorme tristeza que crecía en su pecho estaban consumiéndolo, haciendo que perdiera el interés en todo lo que antes era importante para él.

Estaba en un hoyo que había cavado el mismo y no quería salir.

Reviso el reloj en la pared, ya eran las siete y Jaehyun aun no llegaba, frotó sus manos sobre la manta y soltó un suspiro, seguramente su jefe le había dejado trabajando de más, pero estaba seguro que pronto regresaría y lo envolvería en sus brazos, sanando todo el mal que lo estaba atormentando.

Juyeon aún recordaba perfectamente toda su historia de amor junto con Jaehyun, pues se prometió contársela a sus hijos y luego a sus nietos, no era una gran historia, no hubo mucho drama, pero si mucho amor, un amor rebosante y hermoso, que lograba que todos los mirasen con envidia, soñando con ser como ellos para poder amarse tan intensamente como lo hacían.

Los labios de Juyeon se curvaron, formando una pequeña sonrisa, él fue tan afortunado de tener a alguien como Jaehyun en su vida, alguien que lo amaba con todo su corazón, que lo apoyaba y que dio todo por él.

Volvió a mirar el reloj en la pared, se había perdido tanto en sus pensamientos y recuerdos que ya eran las diez de la noche, Jaehyun aun no llegaba, pero Juyeon estaba seguro que pronto lo haría.

Nuevamente mi noche huele a tristeza.

Dos de la madrugada, Juyeon seguía sentado mirando por la ventana, esperando ver a su amado pasar por la banqueta, que poco a poco se estaba cubriendo con nieve, cosa que Juyeon no esperaba ¿Qué día era? ya ni siquiera sabía eso.

El sonido de su celular sonando lleno el apartamento, la esperanza creció en su pecho, pensando en que sería Jaehyun llamándole, pero estaba equivocado, en cuanto vio la pantalla se dio cuenta que no era su amado quien llamaba, si no que uno de sus amigos, Younghoon. Decidió dejar el celular sonando, algún día se cansaría de llamarlo.

Juyeon suspiro aliviado en cuanto su celular dejó de sonar, miro la pantalla y se dio cuenta de todas las llamadas perdidas y mensajes que tenía, pero en realidad no le importaban.

Elimino las notificaciones y observó su fondo de pantalla, sus ojos comenzaron a picar, mientras se llenaban de lágrimas.

Jaehyun y él sonriendo el día de su boda, donde todo aún era feliz.

Tres con diez de la madrugada, seguía mirando el fondo de pantalla mientras lloraba, anhelando volver en el tiempo para poder vivir ese momento una y otra vez.

Una notificación llegó, era un recordatorio.

El mundo se le cayó a sus pies cuando lo leyó, abriéndole los ojos recordándole en qué época estaba.

Jaehyun se había ido hace nueve meses, se fue sin decirle adiós, lo abandonó, dejándolo en un mar repleto de tristeza y soledad.

Finalmente se levantó del sillón y se fue al cuarto para dormir un rato, ya no servía de nada esperar.

Después de todo, los muertos no regresan.  

Entendí que tú no regresarás.]