Capítulo II

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¿En qué me metí? ¿Dónde diablos se metió Cecilia? Bueno, hay que mantener la calma, respirar hondo y sentarse a desayunar. Sola.

- Estoy loco, loco, loco - no me digas.

Por más que intente comer a toda prisa, estoy tan nerviosa que se me cae la comida, me ahogo y casi tiro la taza de té. Tengo miedo lo admito, ver a esa mujer tratando de matarme y maldiciéndome, me estremeció. Quisiera salir corriendo de aquí.

- Hola - doy un respingo, que susto.

- Hola - genial la mujer del bebe

- Soy Jean y él es Toby - señala el muñeco - tiene 5 meses, los cumplió hace unos días - sonrío a la fuerza.

- Es precioso - mierda.

- Lo es, es igual a su padre - más mierda - ¿eres nueva? ¿Por qué te trajeron?

- Dicen que mate a mi marido

- ¡Válgame dios! ¿lo mataste?

- No, claro que no, lo amaba - tuerce el gesto y yo disimulo mi tristeza, pero no lo logro, se me escapa una lágrima.

- Lo extrañas - sonríe y me muestra su apoyo poniendo una mano sobre la mía que sostiene una galleta que ya no tengo ganas de comer.

- Mucho.

Siento la necesidad imperiosa de irme de ese lugar, necesito estar sola lejos de los cantitos de ese hombre. Justo cuando me levanto Jean me imita.

- Ven te presentare a algunos - toma mi mano, definitivamente no aceptaría un no, asique la sigo resignada.

Nos aceramos al hombre que se la pasa cantando, sigue entonando su canción repetitiva y que ya me resulta cansadora. Me mira con una sonrisa pura y sincera, como si fuera un familiar al que le tiene mucho cariño. No puedo evitar un escalofrío.

- Hola Frank

- Hola, hermosa mía - se levanta de su asiento pretendiendo ser sensual, y madre mía, lo logra. Toma la mano de Jean y la besa - si Cristóbal Colon te viera diría: "Santa María, pero que Pinta tiene esta Niña - sin dudas es el piropo más dulce y gracioso que escuche en mi vida.

- Ya Frank, estoy casada.

- No importa mi amor, no le diré nada - vuelve a besarle la mano y Jean hace un gesto de silencio con el dedo en sus labios.

- Shh, Toby está durmiendo.

- Oh es verdad - sonríe y vuelve a tomar asiento - Estoy loco, loco, loco. Qué lindo es estar loco, loco, loco.

- Qué bueno que lo admites - murmuro, pero no lo suficientemente bajo como para que no me escuche. Definitivamente soy estúpida.

- No señorita...

- Amy

- Amy, la diferencia entre un loco y yo es que el loco niega estarlo, yo sé que lo estoy - no encuentro la lógica. Pero sin duda la frase me suena de algún lado - Dalí - guiña un ojo, de ahí eran esas palabras, las había escuchado antes.

- Bueno Amy, sigamos viendo a los demás.

Jean vuelve a tomar mi mano obligándome a seguirla, es muy autoritaria por lo que se ve, pero no es mala, todo lo contrario, me cae muy bien. Llegamos hasta el hombre que mira por la ventana. Detrás de él hay un sillón con apoya pies y una manta. Sin duda debe de dormir aquí.

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2015 ⏰

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