Su madre insistía siempre en cómo tratar la comida.
—No juegues con ella, Ana —ella exageraba.
¿Qué mal le podía hacer?
Ahora, frente a su platillo, comenzó a verle razón.
La mirada de terror de su amiga estaba arruinando su apetito.
Tal vez no debió haber jugado con su comida.
Escrito por: AngelusNiger
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Relatos de Terror.
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