Parte única

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Me desperté ahogado por el frío, pero para mi sorpresa ya no estaba en mi habitación. Estaba en un lugar desconocido, me lo decía la tenue luz, las paredes que parecían moverse lentamente y la urgencia de salir de allí lo más rápido posible.

Por instinto me levanté y busqué la fuente de aquella luz, con suerte podría encontrar algo con que abrigarme así como alguna idea sobre el sitio en donde me encontraba; en el camino me hacía preguntas, para saber cómo terminé allí.

Mientras camina, recordé que no tenía mucho tiempo de haberme mudado a mi apartamento nuevo, estuve repitiendo el mismo recorrido que hice cuando estaba por comprarlo; aunque aquella tarde encontré algo raro, algo que no había visto en esa oportunidad.

Allí estaba aquella noche una extraña puerta, con patrones geométricos que recordaban a los panales de abejas. Di un paso hacia atrás sin quitarle la vista a tan grotesca creación que me impedía entrar al cuarto donde estaban mis maletas; aquella cosa resistía los golpes y patadas que le propinaba, ni se movía un milímetro.

—¿Qué rayos?—exclamé segundos después de darle la espalda a la grotesca espalda—¿acaso se abrió?

La curiosidad me empujó a entrar, pensando que del otro lado de la misma llegaría a otra parte de mi apartamento. Pero lo que encontré no correspondía a mi apartamento, era un túnel angosto que me estaba sofocando con el calor, hasta que me desmayé en algún punto de mi recorrido.

En algún momento de mi andar me encontré con una pared y muy cerca de la misma estaba la fuente de la débil luz que iluminaba los alrededores. El texto que encontré tallado en la pared detallaba algunas cosas de un ser llamado "El señor de las espinas", un ser que le gustaba molestar a los humanos de muchas formas; desde ampollas con patrones irregulares hasta lo que se consideraba la máxima obra, llevar a uno a su palacio, pero el texto se hacía complicado de leer.

A lo lejos encontré la fuente de la luz y una ventana, luego de conseguir algo de abrigo, la curiosidad me empujó a revisar que podía ver por la ventana. Llegué a pensar que podría estar de algo conocido, pero para mi desgracia solo vi una profunda oscuridad. Miré hacia abajo, ya que un ruido, extrañamente, recurrente se estaba acercando. Una forma humanoide se encontraba subiendo por el muro exterior y parecía que no era bienvenido allí.

Encontré un pasillo, extrañamente familiar, muy parecido al pasillo que le daba la bienvenida a los residentes a mi nuevo apartamento. Aunque, con el mismo toque macabro y grotesco de la habitación de la que estaba huyendo.

Justo cuando creía que estaba a salvo, allí estaba aquella grotesca forma de la cual estaba escapando. La masa medianamente parecida a un humano me estaba viendo, con su particular característica, su rostro estaba repleto de ojos que se formaban y disolvían constantemente; no importaba cuantos golpes le daba a los brazos y espalda, simplemente no causaban efecto.

No me hacía a la idea de someterme y mucho menos a la de ser un prisionero. Eso era peor que el mal rato que me hacían pasar los ojos de aquel engendro o los patrones geométricos repetitivos en cada rincón de aquella mazmorra.

Aquel engendro me dejó en otra habitación no muy diferente a la que había estado, aunque para mi sorpresa, no estaba solo; ya que ante mi estaba una muchacha, sospechosamente parecida a una vecina y tan aturdida como yo.

—Finalmente, me alegra ver una cara conocida, vecino.

—Puedo decir lo mismo, vecina. Pero me toca hacer la pregunta de rigor ¿Cómo vamos a salir de aquí?

—En eso he estado pensando, vecino. Aunque si estás aquí, puedo concluir algo. Y eso es que esto es real, por mucho que se sienta como una pesadilla.

—De ser así, creo que alguien se tomó muchas molestias con esto de escribir en las paredes y ¿Has tenido la oportunidad de leer esos textos?

—Un poco, todos coinciden en una cosa. Hablan de un tal "Señor de las espinas" aunque he tratado de entender estas escrituras que nos rodean, pero no he tenido éxito.

Mi vecina me contó que cada oportunidad que tenía para leer esos textos algo pasaba.

—Esa cosa humanoide me asustaba y me obligaba a regresar a esta parte de la habitación.

Una pared cercana y casi sin importancia a primera nos reveló algunos detalles. El mentado ocupante de aquella edificación llegó allí desde un sitio remoto y que sus razones para disfrutar con el dolor que causaba a seres vivos era apenas una de sus muchas opciones que tenía para combatir el aburrimiento.

Algo raro pasó después, por un lado vimos un túnel que se estaba formando, trayendo algo de luz y por el otro una forma humanoide muy parecida a las anteriores que habíamos encontrado, aunque con la diferencia entre aquellas ya vistas y la que se acercaba era el tamaño ya que contaba con casi dos metros de altura, bastaron para que mi vecina y yo viéramos al túnel que se formaba como la opción válida.

Aquel pasillo que se estaba formando se llenó rápidamente con unos gritos horribles, posiblemente emitidos por la criatura que nos acechaba.

—¡Corre vecino, sálvate!—algo hizo tropezar a mi vecina—¡Corre y déjame aquí!

—¡No pienso dejar de lado a otro humano y menos a uno que conozco!— con algo de torpeza la levanté y retomamos la carrera, aunque para nuestra desgracia, las paredes del túnel comenzaron a moverse, acercándose con paso lento pero seguro unas a las otras.

Pero vimos que al final del mismo túnel había algo muy parecido a una puerta y con nerviosismo la abrimos. Finalmente habíamos salido y, por alguna razón, estábamos en la habitación de mi vecina, quien me dijo lo siguiente.

—Por alguna razón, ese agujero se formó justo sobre mi cama y menos mal que no se me ocurrió cerrarlo; aunque ¿Qué fue todo ese viaje?

—Ni idea. Eso lo que me tiene un tanto...aterrado. Más por las implicaciones de lo que leímos, así como el hecho que las entradas a esa mazmorra pueden ser más.

—Esos muros no eran cualquier cosa, aunque ¿sabe lo peor? Saldría indagar la relación entre ese hueco sobre mi cama y la puerta de su apartamento.

Aquellas palabras helaron mis pensamientos, ya que al momento, no recordaba si le había comentado o mencionado la mentada puerta que estaba en mi apartamento.

—Tiene razón, vecina. Aunque hay que comentar algo más. La investigación debe hacerse, para ver cuál es la relación entre ese extraño lugar y este edificio.

Aunque el nombre del Señor de las espinas se quedó grabado en mi mente, al punto que la tripofobia y ese título los tengo tan mezclados que no importa que tan inocente se vea un panal de abejas, me recordará por siempre aquella experiencia en esa mazmorra, aunque mi vecina posiblemente sabía algo que no me quiso comentar. 

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⏰ Last updated: Nov 14, 2019 ⏰

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Entre esos murosWhere stories live. Discover now