El Despertar

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Pi, pi, pi

Es fue el primer ruido que sintió después de....deee

Intenta abrir los ojos pero al hacerlo solo ve manchas de algo amarillo, podrían ser cortinas o tal vez paredes. Vuelve a pestañear para aclarar su vista y si, eran paredes, sin ninguna ventana a excepción de aquella pequeña incrustada en una puerta blanca con bordes metálicos, justo al medio de la imponente puerta.

-Que Diablo, ¿cómo llegué acá?, Esto parece un......un.. hospital.

Ya un poco más despierta  y mejorando cada vez más su vista, observa detalladamente lo que se encuentra a su alrededor. La caja de guantes, los sueros y las jeringas cargadas con algo blanco ocupaban todo el espacio de la estrecha mesa al final de la sala que según sus cálculos, que no eran buenos, no debía detener más de 5x5.

-¿Y dónde estará el abuelo, yo venía en un bus con el?

El estar cada vez más despierta la hacía recordar cada vez más lo que sucedía, o mejor dicho lo que había sucedido. Pero -¿Cuanto antes?, ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Cómo?-

Cada pregunta era una angustia que oprimía su pecho.

-¿Y si estoy secuestrada?, ¿O tal vez me sacaron algún órgano?- tocando su pecho y su abdomen asegurándose que todo estuviera en orden.

De un salto, puso sus pies descalzos en el suelo viendo como una bata blanca colgaba de sus hombros y un montón de cables conectados a su tórax y su brazo la detenían en un solo movimiento.Ya comenzando en sentir desesperación,  dio unos dos pasos más adelante tironeando todos aquellas bajadas y conectores hasta que de un grito sintió como unos pequeños imanes se desprendían de su pecho y la bajada de suero desprendía un poco de sangre al desconectarse de su brazo.

Se sentía débil, demasiado débil como para levantar sus piernas, demasiado débil como para estar bien. Tanto así que sin haberse mirado a un espejo sabía que estaba pálida, lo sentía, ojerosa y con los labios partidos.-ojala al menos haya una máquina de Coca- cola en algún lado- pensaba mientras tironeaba la puerta con sus dos brazos para abrirla.

Pero lo que encontró ahí ya no eran paredes amarillas, o mesas llenas de suero. Sino que era un pasillo, un gran pasillo de color amarillo, con largos focos de luces que al mirarlos, le volvían a poner la vista borrosa.

-Definitivamente esto es un hospital-

Las puertas imponentes se repetían al entrar de lo que parecían mas habitaciones. Seis cerradas y una abierta, la del final del pasillo, que irradiaba una luz azul fría por fuera de la puerta.

LAS PESADILLAS DE MICHAELWhere stories live. Discover now