Hoy estuve viendo la luna, salió hermosa como siempre, y me hizo pensar en nada, y a la vez todo.
La gente suele decir que las cosas insignificantes te pueden hacer feliz, cosas insignificantes como ver la luna, pero, ver la luna no es insignificante, jamás lo será en los ojos correctos. Hoy levanté la mirada y la contemplé, la contemplé, y me llené de su energía. Y nuevamente me di cuenta cuán hermosa era.
El cielo azul, iluminado por las estrellas tintineantes, que al unísono tocaban una canción para mí.
La luna cambió mi paisaje, cambió mi perspectiva, reinició mis emociones, me dio el momento de tranquilidad que buscaba, el escape de la vida, hoy, incluso los autos, la gente caminando formaba parte del paisaje, y de la vida, caminando distraídamente llegué al parque, y lloré. Su recuerdo vino a mi mente, agobiaba mi ser, así que lloré, lloré amargamente, como una niña desconsolada, su partida dejó un hueco en mi alma, pero, por primera vez desde que se fue no me sentí sola, nunca me comprendió exactamente, pero estuvo ahí cuando lo necesitaba.Esta noche la luna me observaba mientras las estrellas le hacían compañía, se compadecieron de mí, ellas entendieron mi insignificante existencia, pero, por un momento, fui valiosa, yo era su luna y estrellas, yo era su desahogo, yo era su melodía, ellas eran mis ojos correctos, el ser oro para la persona correcta.
Hoy sigo pensando en ti, pero con el cielo nocturno de compañía, él tocará para mí una melodía, y llegan los recuerdos de nuestros bellos días.
Hermano, jamás te pude decir cuanto te quiero, y hoy, después de ver a la luna, ahora ya en mi cuarto, lloré por la culpa