Dos

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El sol es radiante, es hermoso...

Su familia y la de su esposo están reunidos en el patio de tierra, usando grandes rocas como asientos y mesas, algunas plantas verdes dan la sensación de frescura, pero las plantas amarillas recuerdan, que esa tierra es de las más frías y duras, por lo que sólo los más valientes, o los más cobardes deciden quedarse a tratar con ellas.

Pero dejando eso a un lado, todos ya estan acomodados y los que no tienen su roca tienen un bloque de barro o una caja de cerveza para sentar hasta al último familiar.

-La comida ya está

Se oyo la voz de la madre de Marta, una señora de pollera algo rellenita, con las mejillas adorables y una sonrisa que suaviza el corazón.

Ella con dos platos en las manos se acercó a Marta y a su esposo.

-Perdonen no respetar el orden de mayores... pero es el día de mija y su marido... hay que celebrarles

Marta tenia una sonrisa en los labios y recibio el plato de comida con ánimo, lanzó una mirada alegre a su marido, eso hasta ver el contenido en su plato...

Una sola pieza de algo oscuro, seco y duro, una cabeza de un pequeño feto de una llama....

-Mamá...

Dijo algo asustada y asombrada, queriendo devolver el plato a la señora sin pensarlo dos veces, mas su madre acercó el plato a su rostro

-No te hagas del rogar.. come mija come.. mira tu marido que come feliz...

Marta volteo a ver a Felipe, el señor mordía otra cabeza cabeza y esta parecia tan facil de masticar  que parecía simple chocolate, con relleno extrañamente rojizo y jugoso.

-Vamos Marta.. no me hagas quedar mal.. todos están comiendo...

Dijo animandola, Marta dirigio la vista a sus familiares, efectivamente todos estaban comiendo, si bien no las cabezas, pero si pedazos oscuros y delgados que parecían ser el resto de los fetos.

-Marta come.. come.. come...

Todos, absolutamente todos le repetían lo mismo, haciendo un eco en si cabeza que le decía que debía obedecer a aquellos quienes felices habían venido a acompañarla a su nueva casa... su conciencia parecía repetirle lo mismo mientras el resto disfrutaba de sus platillos, una y otra vez.

Era tanta la presión que Marta empezó a sentir cerró los ojos y poco a poco acercó aquella cabeza a su boca mientras la orden de comer se hacía de un eco más fuerte y firme  en su cabeza...

Come...

Un silencio casi eterno antes de que ella finalmente mordiera un pedazo que inmediatamente vomitó.

Vomitó, pero algo que no había terminado siquiera de tragar y ahora era de un color blanquecino, lechoso...

La gente seguia insistiendo en que comiera, ella dirigio la mirada a Felipe quien se acerco un poco a ella mientras seguía devolviendo ese espeso líquido.

-No me hagas quedar mal...

Repitió y el vómito se torno rojizo y espeso, el sabor era metalico e insoportable, pero eso no paraba el hecho de que siguiera tratando de comer, como el resto le ordenaba.

Come...

Come...



.
.
.

La tarde había llegado como un milagro para Marta, quien estaba cansada de trabajar tanto y mientras estaba sentada en el umbral de su casa había quedado dormida hasta que Felipe llegó con una carga en la espalda y al verla la levantó.

-¿Donde estabas?

-Recogiendo un regalo

De inmediato Felipe entregó el bulto de mantas blancas a Marta.

-Y qué es?

-Carne de llama...

El rostro de Marta parecía asustado y Felipe suspiró cruzandose de brazos

-A ver, no te hagas la fina.. al menos mi madre si nos ayuda en algo aunque te odie... Mejor ... anda cortar trozos para hacer chalona... y no me hagas renegar...

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⏰ Última actualización: Nov 15, 2019 ⏰

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