Recurrente

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Burbujas...

Era todo lo que ella podía apreciar a parte de ese infinito azul con algunos degradés a lo lejos, un azul en el que ella se hundía cada vez más y más, pero tan relajante y bello que no la molestaba, más bien la hacía flotar en un inmenso todo y a la vez, nada.

Sin embargo, pronto sintió necesidad de oxígeno, sí, había olvidado que necesitaba respirar y su cuerpo se habia hecho más lento por aquel trance de dulzura hace un momento...

Pero... ella sólo se hundía....

Se removía asustada, tratando de subir a la superficie. Pero cada vez que trataba de elevarse se hundía cada vez más.

Más y más, hasta que aquel azul se hacía más intenso, más pesado y parecía presionar cada centímetro de su ser.

Y aquellas burbujas....

Sus intentos de gritar eran grandes burbujas llenas de silencio y de desesperación que ahora no parecian tan bonitas, sino grotescas, burlándose de que ella subiendo donde ella debía subir...

Pero doña Marta siguió removiendose a pesar del predicamento, pero cada vez con menos fuerza, y hubo un momento en el que paró. Su cuerpo dejó de reaccionar, y aquel azul se hizo de un negro tan intenso, que incluso asusta a la mente incrédula que cree que ese negro no puede entrar a su corazón y perturbarlo...

Un negro completo...

-WAHHH!!!

Pegó un grito al levantarse, grito que incluso levantó a Don Felipe quien por el susto también se sentó en la cama de un brinco.

-¿!Qué pasa Marta?!!

Dijo viendo a todo sitio antes de darse cuenta que no pasaba nada. Doña Marta jadeaba mucho, y tenía el cuerpo empapado en sudor, cosa que le hizo darse cuenta.

-Hay Marta.. ¿Otra vez con eso? Es sólo un sueño.

Don Felipe volvió a recostarse y se cubrio con las mantas hechando un suspiro.

-Mañana hay que trabajar.. Dormí de una vez

Dijo recostandose de nuevo y cubriendose con las mantas, hechando un ultimo suspiro.

Doña Marta al no poder hacerlo se dirigió a la cocina para prepararse un mate. Al sentarse mantuvo su vista al frente, hacia una manta celeste en una tercera silla, una adorable silla

No paso mucho hasta que decidio tomarla y al hacerlo sus lágrimas comenzaron a brotar.

Junto la manta a su rostro y continuo llorando sólo como ella sabía hacerlo...

Con pequeños quejidos agudos que se sentían lastimeros y a su vez, trataba de reprimirlos para no despertar a su esposo...

Sólo como ella podía llorar...

Burbujas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora