Abrí lentamente la puerta, sigilosamente entré a la habitación, cuidando de que nadie me escuche.
Primera víctima localizada, todo empieza ahora.
Saqué mi arma, una Токарев ТТ-33, añorando mis años de servicio militar en la que solía ser la Unión Soviética.
Un pequeño niño de 8 años de edad.Apunté a su cabeza y jalé el gatillo...
Los padres entraron corriendo a la habitación, y sin dudar ni un segundo, les disparé a ambos.
Mi ropa se encontraba manchada por la salpicadura de sangre.
Entré al cuarto de la hija, la mayor.
Lloraba, sabía lo que hice.La agarré de sus cabellos y golpeé fuertemente su cara contra el filo de la mesa de noche repetidas veces.
Reaccioné cuando estaba en la estación de policía, sala de interrogatorio.
¿Cuándo me arrestaron?
Me dejaron solo, acepté escribir lo que hice a cambio de eso.
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¿Cómo pude asesinar a mi propia familia?
Es la pregunta que me carcome la mente cada maldita noche, noches en las que el frío es insoportable, noches en las que me veo sumido en una profunda soledad.
Mi hijo, mi nuera, mis nietos...
Eran lo único que me quedaba, lo único por lo que luché en la guerra, lo único que me mantuvo vivo...
Cuando lean esto es porque ya no estoy aquí.
Que Dios se apiade de mi familia y gocen de la vida eterna en su Reino.
Que Dios me castigue por mis pecados y sufra toda la eternidad en el infierno.
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Cuando vieron su cuerpo no fue necesaria una autopsia para descubrir cómo murió.
Lo que los oficiales e investigadores todavía investigan es cómo consiguió el arma con la que asesinó a su familia.