un saludo

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Veo mi muñeca deshacerse frente a mí, el gran tajo hecho justo en su inicio comenzando a despedazarme y alargarse como un par de labios en una sonrisa que se agranda, y se agranda, y se agranda. Justo como la que tenía apenas un par de segundos atrás, tan largos como mis pestañas quemadas. 

Mi piel pálida tiene ahora un trillón de venas verdosas repugnantes y arterias rosadas como lombrices, sobresaliendo como várices y estrías hasta en los contornos de mi sienes, entre mis pliegues y entre mis dedos, que ya no siento mientras veo la punta del hueso prominente entre toda la carne, que parece más bien plastilina. 

No hay un solo sonido. Como no respiras, y tu mirada no hace ruido, y yo ya no oigo, esto es muy difícil. Sin embargo siento mi pecho hincharse espasmódicamente por todo el horror pulseando dentro de mí y mi forma agrietada, llena de tajos. 

Ya iba una oreja y en su camino la otra, un par de dedos y ahora la muñeca. Que se me desprendían, como si el aire mismo estuviese pelándolos de mí con lentitud, como una curita. Y el agua tibia son mis lágrimas, pero sólo agravan el dolor. 

Sostengo con mi otra mano disfuncional, arañándome, esa muñeca, un poquito más abajo. Veo por cómo tiemblo caer al piso, entre la punta de mis zapatillas rotas, sucias, y desgastadas, mi mano, entera, completa, moribunda, entreabierta. Apenas derramando unas gotas de sangre. Y mi muñeca, seca, marchita, cada vez más oscura y fría y asquerosa, como un gusano gigantesco, tiene la punta blanca como leche del hueso ahí arriba, coronándola. 

Tus manos me agarran. No puedo oír tus palabras así como no pude oír el golpe en el suelo, pero puedo sentirte como sentí el bulto a milímetros cerca de mi pie en aquel momento, ocupando un espacio incorrecto en la realidad.

Te miro. Mis ojos ya no pueden derramar lágrimas. Estoy en piezas, y soy inrearmable. De igual forma me besas la mano, la eternamente dormida, entumecida, y sobre mi piel asquerosa, claro, no siento tu beso, pero el amor que de tus labios sangrientos se filtra hasta mis venas desiertas y las colma y las llena, hasta el final del recorrido, mi corazón parado, hay algo que claramente sí que siento. Es mi corazón, en mi cabeza, latiendo por ti. Porque el real jamás volvería a latir, sin importar cuanto te ame. Pero te amo infinitamente, y de alguna forma lo tengo que poder sentir. 

Zombies y vampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora