008

383 34 12
                                    


Mateo

Los segundos parecen horas y las horas días. Cuando llego a mi segundo hogar es de noche. Diego vive al otro lado de la ciudad, al menos desde la casa de mis padres, parece una vida entera cuando el velador me deja entrar a la privada. Me duelen los oídos, estuve escuchando música muy alto para no poder pensar, darle vueltas a las cosas te hace más inteligente en unos ámbitos... pero en otros te puede destruir.

Toco la puerta.

Aristóteles abre con su pijama puesta, veo a Temo trabajando en la mesa y a Diego en la cocina sirviéndose agua. Mi novio también tiene su pijama puesta, Ari me deja pasar sin preguntar mucho pero me ve con cara picaresca, mi cara no cambia de expresión, mis mejillas no se tornan rojas. Y allí me ve Diego y su expresión si cambia.


---

Diego

Mi humor había estado mal todo el día, lloraba por cualquier cosa y dormía más de lo que debería, solo había salido para hidratarme cuando vi a mi novio entrar a mi casa, su cara.

Su cara.

Sus preciosos ojos.

Había algo roto.

Y yo no sabía si algún día iba a repararlo, había visto esa mirada en el espejo alguna vez, hacía miles de años atrás y sabía que era una sola cosa que se podía hacer, así que señale mi cuarto, él pasó directamente, mis roomies no tenían una idea, podía escuchar sus burlas a mis espaldas, la música invadió el ambiente, pero eso era mejor.

Mateo nunca ha sido de esos que gritan sus emociones a los cuatro vientos, era mejor si nadie sabía lo que estaba pasando, mi novio estaba tan mal que no había pensado en eso, en nada realmente, se tira en mi cama, no dice nada del desastre y no pregunta por Alex, solo se queda allí quieto. Afortunadamente para los dos Alex salió con alguno de sus amigos o algo así, a veces hacía eso, se iba a la mitad de la noche seguramente para acostarse con alguien o algo, su cara era bonita así que no sería de extrañarse que saliera con media Ciudad de México.

Le quito los zapatos a mi novio, lo cobijo y me acuesto a su lado, es una cama muy pequeña para los dos pero no importa, "¿Quieres hablar de ello?" pregunto y Mati solo mueve la cabeza, así que lo abrazo, parece tan frágil, para un tipo tan grande no es fácil parecer frágil, pero lo hace.

Mis manos se mueven a su pelo y empiezo a acariciarlo, allí es cuando se rompe, literalmente se rompe a llorar, no lo escucho pero lo siento contra mi pecho, empiezo a dejar besos en su coronilla, en sus cejas, en cada pedazo que alcanzo en su carita, sabe a lágrimas, sabe a dolor. Y me pega el pensamiento, de la nada, que si pudiera quitar su dolor o minimizarlo lo haría, oh mi bebé, si tan solo pudiera hacer algo, pero no puedo más que darle todo mi amor.

El cuarto está en silencio, el ruido de afuera entra y se cuela por la puerta, pero no parece afectar la atmósfera, parecen años cuando siento que Mateo deja de llorar, yo no pregunto nada, la música de afuera se va, los latidos de Mati contra mi pecho se escuchan, se instaura un silencio real, cuando pasa de las dos de la mañana mi novio se duerme. Pero yo no, es mi deber cuidarlo hasta en su sueño, alrededor de las cuatro parece despertarse por una pesadilla y yo lo despierto diciendo su nombre.

Y él me mira.

Me mira suplicándome que me quede.

Y eso hago.

No dormimos nada, nuestros cuerpos y nuestros corazones se sienten pesados. Es día de clases, pero cuando Temo dice que nos tenemos que levantar salgo a decirle que estamos muy cansados que no vamos a ir, él entiende mal y yo no lo corrijo, que piensen que mi novio y yo hemos estado juntos toda la noche es mucho mejor de que se den cuenta de la verdad.

Después de las once de la mañana nos levantamos a desayunar silenciosamente, dejamos todo el desastre por todos lados y nos tiramos en el sillón. Es la primera vez que Mateo Symanski falta a la escuela, pero no parece percatarse de eso. Pongo varias películas para distraernos, después de un tiempo mis roomies se nos unen en la maratón, traen comida y empiezan a platicar, pero Mateo no dice una sola palabra, ni para corregir ni para debatir nada.

Ese silencio es peligroso.

Si los demás se dan cuenta no lo dicen.

En algún momento Mateo se levanta para bañarse en mi cuarto, usa ropa grande que tenemos por allí, cuando siento que se tarda demasiado lo busco y lo encuentro en el piso del baño durmiendo. Lo levanto y lo dejo en mi cama mientras que salgo con los demás a platicar, me baño y me cambio a mi pijama de nuevo. Mis compañeros no preguntan nada, pero veo la preocupación de Temo en sus ojos.

Cuando llega la noche me deslizo a su lado y lo abrazo fuertemente.

Nunca lo había visto así.

𝓑𝓮 𝔀𝓲𝓽𝓱 𝔂𝓸𝓾 || 𝓜𝓪𝓽𝓲𝓮𝓰𝓸.Where stories live. Discover now