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Olí una ultima vez la chamarra en la que impregnó su olor peculiar que todavía no podía descifrar el nombre de lo que era. Era color vino con cintas negras en los brazos que terminaban por amarrarse un poco antes de terminar el brazo y que el resto de la cinta cayera por el antebrazo; un brazo tenía también un cierre, exactamente el izquierdo, donde dejó su olor; si se cerraba completamente se veía holgada, como a mí me gustaban y ese día llevé en conjunto mis botas nuevas favoritas color azul tornasol y con agujetas bicolor. Me dijiste que se parecían a las de Kiss y sonreí.
En el momento que abracé mi chamarra supe que tu despedida me quemaría hasta el alma, de pies a cabeza y mil vueltas más. Supe que te necesitaría hasta quedarme dormida y mi consciente no te necesitara para vivir. Enamorarse de esa forma tan ridícula es para idiotas y quién soy yo para juzgar cuando ya lo estoy.

Todavía sigues en mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora