Parte 2

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Vanessa sentía el calor y la humedad naciendo de su vulva y recorriendo sus muslos, y podía sentir el mismo calor imbuyendo sus pechos desde su raíz. A instantes encontraba la mirada de los muchachos, y entrar en contacto con ellas se sentía como un dedo que la tocaba en el lugar perfecto. Sabía que había mucho placer fluyendo a través de su piel, y que todo lo que no consumían sus manos en la ardua labor de estimular su cuerpo, le llegaba a los jóvenes, contribuyendo a mantener la erección perfecta que se erigía oculta a la vista de su benefactora, pero que se estrellaba con ira en el asiento que les servía de butaca. La amalgama perfecta para satisfacer su deseo imperante.

La joven tomó la realidad por las riendas, sin dejar que sus canones de moralidad y status quo reprimieran la sexualidad que afloraba. Empoderada de sí, se permitió abrir a sus anchas las piernas, en dirección hacia los espectadores, y comenzó a subir el ritmo de su masturbación, sacudiendo su vagina en todas direcciones, tomando una pausa de vez en vez para separar sus labios con el índice y el anular, para que el dedo medio se hundiera completo hacia el interior de su cuerpo. Las paredes de su interior presionaban arduamente, haciendo aún más placentera esa excitante jugada. Su mano derecha se lucía a los ojos del publico, y su mano izquierda no quiso ser la excepción.

Dejó solo por un instante de presionar ardientemente sus pechos, porque sentía que la polera se interponía en el contacto completo. Así que bajó los tirantes de su brasier y su polera rápidamente, olvidando toda consideración a la seducción y la parsimonia, y con agilidad, sacó sus pechos a la oscuridad. Dos senos turgentes, blancos, con unos pezones carnosos coronando una aureola discreta, entraban en escena y se hacían parte de este acto, mientras la mano que los liberó comenzó a tocarlos piel con piel, sin poder decidirse si presionar con furia el pezón o apretarlos. Vanessa se torturaba a si misma ahogando sus gemidos, solo para que nadie más sobre el bus despertara. Este momento era solo para ella y sus dos nuevos amigos.

Los jóvenes eran testigos de aquél patrón demencial que fluía a través de las manos de Vanessa, y no podían creer que fuera real. Ver cómo sus manos se desempeñaban tan hábilmente, como guiadas por Afrodita, los tenían realmente extasiados. Todo ello, sin considerar el cuerpo de Vanessa que, para ellos, era como si hubiese sido esculpido por artesanos expertos. Sin embargo, con cada segundo que pasaba, y cada pulsación que sentían bajo el pantalón, se les revelaba la verdad. Dentro de sí, sabían que la lujuriosa mujer no despegaba sus ojos de ellos, porque se trataba de una orden casi monárquica. Debían mirarla y estaban a su servicio para cumplir con su mandato. Hubiesen deseado poder bajar su ropa interior y liberar su pene duro, caliente y listo para ser estimulado hasta la eyaculación. Pero el yugo los tenía preso de la danza de Vanessa. Era una verdad cruda. Pero para nada incómoda.

El cuerpo de la lúbrica tirana estaba en la cima del mundo, y deseaba elevarse en el cielo y firmar este momento con su orgasmo. Extender más aquél segundo inevitable estaba siendo muy dificil, y tanto placer en sincronía merecía un final digno. Decidida, y con el último envión de su dedo medio, Vanessa alcanzó el punto exacto en su vulva para detonar la bomba que yacía dentro de ella. Su vagina presionaba furiosa y espasmódica, y sus pechos eran completamente asfixiados por su mano. Estaba sucediendo. De un segundo a otro, y sin previo aviso, Vanessa emitió el gemido que sentenció el acto. Ese momento fue una liberación, que a través de un grito grave y ahogado, encontró su vía de escape. Llevó su mano izquierda con desesperación hasta su pelo rojo, y lo jaló levemente, tapando a medias su cara, mientras exhalaba enérgicamente, dejando escapar sus últimas contorsiones. Tendida en el asiento, solo atinó a ver que sus sirvientes sexuales seguían ahí. Podía oír su animal respiración. Todo había acabado.

¿Todo había acabado?

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⏰ Última actualización: Nov 18, 2019 ⏰

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Vanessa - Relatos AgitadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora