Primero, fue un murmullo. Un comentario simple que dejo pasar ya que, con tanto bullicio infantil, creyó haberse confundido.
Pero no fue así.
Lo siguiente, fueron varias risas que captaron su atención y la de otros padres presentes. Eran de un grupo de muchachos que parecían bastante entretenidos grabando el show infantil de aquella fiesta de cumpleaños a la que había sido invitado su hijo.
Incomodo, aunque sin saber bien la razón, busco a Loki con la mirada. Lo encontró sentado en el piso junto a los demás niños, tenía el ceño fruncido y al seguir su vista se dio cuenta por fin, de la desagradable escena que estaba frente a ellos y de la que no se había percatado.
Su rostro enrojeció y la ira hirvió en su interior.
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No sabía como lo habían logrado pero en ese momento, era lo último que le importaba. Ahí, apresado en un atosigante abrazo, solo esperaba que ninguno de los pequeños se diera cuenta de lo que en realidad ocurría frente a ellos.
Terminaría la escena, bailaría con el chico disfrazado de bestia (que bien sabía que lo era), y cantaría el feliz cumpleaños a la pequeña festejada para poder salir del lugar lo más rápido posible.
Maldijo internamente al sentir como era manoseada su retaguardia a pesar, de que el vestido que llevaba era algo voluminoso. Había deseado tanto ser esa princesa y al final, su estúpido ex-novio estaba arruinándolo todo.
Víctor sabía que amaba su trabajo de animador infantil y aunque al principio le hizo creer que él tambien lo hacía, lo mando al diablo en el momento que le tocó obsenamente en uno de los shows que daban, indignado este lo dejo en paz pero debió imaginar que en algún momento se cobraría justamente donde más le dolería.
Solo esperaba que su amigo Bruce, que era quién debía usar en realidad el disfraz de príncipe hechizado, no estuviera lastimado por su culpa.
Lanzo un codazo al área libre de pelaje en el torso ajeno, sin perder en ningún momento la sonrisa de sus labios. Fulmino con la mirada a los chicos que grababan y que sabía, eran acompañantes de su ex-pareja. Un par de de ellos decidieron dejar el salón de fiestas por la paz.
Una risita lo hizo encontrarse con el par de orbes jades más lindos que había visto.
Un pequeño pelinegro lo miraba encantado hasta que lo vio sobresaltarse y entendió entonces, que él si se había dado cuenta que la bestia estaba fuera de personaje. Lo vio correr molesto donde su padre que de igual forma con el ceño fruncido, lo observaba desde su lugar. Lamentó el mal trago que les estaba haciendo pasar.
Distraído por ese par, no pudo evitar que lo apresaran otra vez de la cintura.
Busco a Jan con la mirada, pidiéndole que se inventara algo para terminar con esa situación pero la chica se encontraba aferrada al micrófono sin saber bien que hacer para socorrerle hasta que un grito infantil les dio la solución a su mal.
-¡Vamos papá, quiero a esa princesa de mamá! - las risas de los invitados inundaron el sitio.
-Bestia, he venido a negociar. - el gran cirujano Stephen Strange se plantó frente a los presentes como lo había hecho en sus años mozos para las obras escolares. -¡Quiero que liberes a la princesa y solo por ello dejaré que te marches sin herida alguna!
-No molestes estúpido... - el tipo gruño esto último en un murmullo, la princesa fruncio el ceño ante el insulto que por fortuna nadie más había escuchado. -Ella es mía.

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"Un cuento que se escribe solo."
FanficCuando Stephen Strange acompañó a su hijo a la fiesta infantil a la que fue invitado, no espero terminar con algo más aparte de una rebanada de pastel y un buen momento familiar pero el cuento no se escribió así... por ello tuvo que improvisar.