Salto de fe

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Proverbio árabe: "Que nadie le diga lo que tiene que hacer a alguien que ya ha decidido cuál debe ser su destino."

De pronto algo explota y lo único que puedo escuchar ahora es un pitido ensordecedor. Me siento en el suelo y espero, tratando de comprender que es lo que está pasando pero no tengo mucho tiempo para hacerlo. Siento como se abre la puerta de mi prisión de un golpe que hace retumbar toda la habitación. Siento como unas manos me recorren la cara casi con adoración, son manos de hombre grandes y ásperas. No resultan desagradables más bien todo lo contrario pero lo único que se de los hombres es que no debo confiar en ellos y a pesar de que no se quién es intento alejarme pero no me lo permite y sujetándome la espalda con una mano me quita la venda de los ojos con la otra.

Nunca he visto a la persona que tengo en frente de mí aunque siento que ya la conozco desde hace mucho tiempo. Es un hombre rubio y enorme que medirá dos metros, lo primero que se me pasa por la cabeza es que pegaría mas en la época vikinga que allí con su barba y su actitud de guerrero. Lleva unos pantalones de cuero desgastados, unas botas militares y camiseta negra de manga corta que dejan ver unos brazos musculados que hacen juego con su enorme torso. Pero lo que me dejan petrificada son sus ojos son de un azul oscuro casi negro en el centro pero de un tono eléctrico en los bordes y destilan una ira y una decisión que hielan la sangre. Son precisamente esos ojos los que me llevan a no intentar huir otra vez trayendo un nombre a mi mente que escapa de mis labios. -Axel-

Él no contesta pero veo que su mirada cambia, por un momento creo que es cálida pero la venganza parece cubrir ahora todos sus rasgos. Se da la vuelta y corta mis ataduras, noto como empieza a llegar la sangre de nuevo a mis manos y las muevo suavemente para recuperar la sensibilidad. Se acerca hacia mí con pasos largos y fluidos, me recuerda a un depredador a punto de lanzarse a por su presa, pero en vez de eso se inclina para que nuestros ojos queden a la misma altura y me tiende la mano. -Es hora de luchar, es hora de demostrar al mundo lo que podemos hacer.-

Le cojo la mano y me saca a grandes zancadas de la habitación. Fuera está cundiendo el caos, la gente corre por todas partes y me pregunto cómo estará el resto del pueblo si las instalaciones de aislamiento están así. Cuando logramos salir hacia lo que antes era la plaza hay un cúmulo de guardias y personal atados en el medio mirándonos con miedo, pero sobretodo mirando al hombre que sostiene mi mano con pánico. Entonces empiezo a fijarme en que hay más hombres vestidos como él al rededor de la plaza, van armados y apuntan a las personas que nos han torturado durante meses.

Axel va pasando la mirada por todos los hombres armados que hay y estos van asintiendo uno por uno. Me sonríe y se gira para que le pueda rio su audiencia que son todas las personas que estábamos aquí cautivas.

-Todos habéis sido liberados al fin- En cuanto empieza a hablar todos se giran hacia él como si tuviera un aura magnética y se hace el silencio. -Se que muchos lo habéis pasado realmente mal pero gracias a ella- Dice levantando mi mano mientras le miro boquiabierta- y su distracción de ayer un niño pudo salir de las instalaciones y darnos lo que necesitábamos para poder sacaros de aquí.-

La gente le vitorea y lo que empieza como un ligero susurro se convierte en un auténtico grito de guerra de todos los que estamos allí, incluida yo que me contagio por toda la euforia de saber que podré escapar de ese infierno.

-Sabemos que habéis estado incomunicados del exterior y también entre vosotros. Hay varias noticias que debéis saber, la primera es que hay campamentos como este por todo el mundo y que estamos tratando de desmantelar. La segunda es que todo lo que ellos llaman delirios colectivos o por otros nombres sin sentido es totalmente real y tan solo quedan algunas horas para que todo se manifieste ante nosotros. Por eso debemos estar preparados y en un lugar seguro, nos iremos de aquí en diez minutos.- Cuando terminó de hablar todos se pusieron en marcha.

Yo sin embargo me encontraba a punto de entrar en shock y él pareció darse cuenta ya que se me quedó mirando como queriendo decir algo pero sin saber muy bien el qué. -Si lo que has dicho es cierto, en unas horas me convertiré en una máquina de matar- Suelto como si no fuera una de las cosas más importantes que me ha pasado en toda mi vida.

Axel se limitó a sonreír. -No te apures, älskar, yo ya lo soy y he podido vivir con ello- Dicho esto se alejó a zancadas hacia sus hombres.

No voy a desaprovechar la oportunidad que tengo de salir así que me dirijo lo más rápido que puedo a recoger mis cosas y a la persona más importante en ese momento para mi, Sam. Mi mejor y única amiga, mi hermana.

Cuando llego a la casa la veo en la puerta con cara de pocos amigos, seguramente esperándome. Es una mujer alta de piel negra con el pelo rizado, rapado entero salvo el flequillo y de un rojo tan intenso que deslumbra. Medirá 1,70 con un cuerpo atlético aunque algo desmejorado después de su último paso por aislamiento, las pocas curvas femeninas que tiene las tiene disimuladas tras una camiseta de hombre y unos pantalones anchos de un gris indefinido como casi toda la ropa que nos han dado. -¿Se puede saber en que estabas pensando lanzándote al rescate de ese niño tu sola? Si no llega a ser por esta feliz interrupción no te habría vuelto a ver-

Se tira a mis brazos feliz de verme a pesar de la reprimenda. -Por favor, ¿no has oído a ese enorme rubio con un arma? Nos he salvado a todos- Lo digo como una broma para relajar el ambiente ella y yo lo sabemos pero no hay tiempo para explicaciones en ese momento y debemos darnos prisa.

Después del tiempo convenido estamos todos reunidos en plaza esperando el siguiente paso, pero en lo primero en lo que me fijo cuando llego con mi pequeña mochila al hombro es que ya no está el personal en el centro. Axel se acerca a nosotras calmadamente. -Venir conmigo tenemos que tratar temas importantes durante el viaje-

Justo cuando termina empieza a oírse el ruido de varios camiones acercándose a toda velocidad hacia nosotros. Los hombres de negro van dando indicaciones mientras nosotras seguimos a nuestro guía particular al interior del primer camión. Todos son iguales es la cabina y un remolque con dos bancos a cada lado y una lona para cubrir la parte de arriba, negros enteros sin ningún tipo de identificación ni matrículas ni marcas ni nada.

Se sienta delante mio en el camión y mientras esperamos a que arranque me mira fijamente apoyando sus antebrazos en sus rodillas. -Ahora que ya está todo en marcha creo que es hora de las presentaciones. Me llamo Axel y soy el hijo del Diablo-

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⏰ Última actualización: Dec 07, 2014 ⏰

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